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            Otro hecho que ayuda a explicar el desarrollo tan próspero de la cooperativa,
          además de la confianza de los socios que desde generaciones vienen creyendo
          fielmente en el concepto cooperativista, es la forma de organización democrática
          de la cooperativa. La elección de las autoridades del Consejo Directivo (cinco
          titulares, más tres suplentes y dos síndicos) se realiza en las asambleas anuales,
          por voto individual y secreto, luego de que los socios hayan recibido la rendición
          de cuentas, el balance y la propuesta de distribución de excedentes. Pero lo
          novedoso y único en esta elección, es que no se realiza mediante listas previa-
          mente establecidas, sino que cada socio, por medio de un formulario, arma la
          lista de las personas que considera más aptas para realizar las tareas del Con-
          sejo o para desempeñarse como síndicos. Quienes resultan más votados asu-
          men el mandato o lo renuevan, si es que ya se encontraban ejerciendo alguno
          de estos cargos. Esto permite, además de la transparencia, evitar cambios brus-
          cos de gestión, porque rara vez cambian los cinco cargos al mismo tiempo. No
          hay experiencias similares en otras cooperativas, pero también en este caso el
          tiempo ha demostrado que esta forma de organización ha dado buenos frutos.
            El espíritu cooperativista no se agota en lo desarrollado aquí y serían nece-
          sarias varias páginas para describir todas y cada una de las actividades que la
          Cooperativa Liebig promovió y promueve en pos del desarrollo del cooperati-
          vismo a nivel local y regional. Algo que era impensado para aquel puñado de
          inmigrantes que desembarcaron en el puerto de Buenos Aires hace ya cerca de
          cien años.


          Conclusiones


          Es innegable que el hecho de que los colonos pudieran salir adelante a pesar
          del desconocimiento del terreno y de la inexperiencia en el trabajo de la tierra,
          de las plagas y, sobre todo, de la escasez de recursos con que contaban, tuvo
          que ver en gran parte con la ayuda y las facilidades recibidas al momento de su
          llegada. Pero en vez de entender estas acciones como un simple acto de filan-
          tropía por parte de las personas y empresas que obraron como benefactores,
          habría que tener en cuenta también los otros intereses que estos perseguían.
          No hay que olvidar que la Compañía Liebig contaba con mucho terreno en la
          zona, que planeaba vender cuando la región prosperara gracias al trabajo de
          los colonos: es evidente que la empresa contaba con esta posibilidad, ya que
          hace referencia a esto en el escrito mencionado anteriormente, cuando habla
          de los "especuladores". Por otro lado, algunos de los miembros de la colectividad
          alemana en Buenos Aires que ayudaron a los colonos durante los primeros años


          aspecto "cultural" traído por los primeros colonos y mantenido por sus descendientes. En sus
          palabras: "Una empresa de este tipo es muy exigente para la persona. Y yo veo en los que
          vienen de familias originales, uno ve en el ADN que está este concepto cooperativo, no hace
          falta que le expliquen nada, hasta cree sin ver. Es una persona que es muy exigente, es muy
          frontal, va a plantear con total claridad su posición. Y eso en este tipo de organización es muy
          importante. Es una cuestión cultural, es algo aprendido a través de las generaciones. Porque
          el que no conoce el formato, es natural que no crea, que dude, que esté distante, escéptico".
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