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LA HISTORIA DE COLONIA LIEBIG Y SU COOPERATIVA AGRÍCOLA  31



              el de los intereses nacionales (…) es claro que, cuanto más se intensifique la
              colonización, mayores medios de riqueza incorporará el país a su economía". 9
                 Pero para los colonos la realidad inmediata era otra. Más de un año después
              de su arribo, las familias aún no podían instalarse en los lotes y seguían viviendo
              de manera precaria en carpas cedidas por la empresa de ferrocarriles y bajo
              unos tinglados que la Compañía Liebig ya no utilizaba. El sufrimiento y descon-
              tento era tal, que uno de los colonos que había desertado al poco tiempo y logró
              regresar a Alemania, relataría lo siguiente en un artículo publicado en diciembre
              de 1924 en la revista Lateinamerika:


                       Desde ese momento [en que fueron ubicados en los predios del ferrocarril],
                       nuestro sufrimiento aumentó. [...] Habíamos armado inmediatamente nues-
                       tras carpas y también un pequeño grupo de personas fue ubicado bajo el
                       tinglado. Durante el día hacía mucho calor y las noches eran sensiblemente
                       frías. Por desgracia, justo en ese momento comenzó un período de lluvias,
                       de manera que era casi imposible vivir en las carpas; además no teníamos
                       de dónde sacar paja, por lo durante el primer tiempo nos vimos obligados
                       a dormir sobre la tierra pelada. Que bajo estas circunstancias la mayoría
                       de los niños y en parte también las mujeres se hayan enfermado grave-
                       mente no necesita ser explicado. La alimentación era muy escasa. La
                       comida consistía en maíz y algo de carne.
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              A mediados de 1925 no tenían perspectivas aún de poder recibir el crédito pro-
              metido por el Banco Hipotecario. Éste no liberaría los fondos hasta que los lotes
              –de entre 40 y 100 hectáreas– no estuvieran totalmente delimitados y tasados.
              Los trabajos de agrimensura llevaron mucho tiempo, porque se pretendía dividir
              la tierra en lotes que tuvieran las mismas condiciones, con similares proporcio-
              nes de terreno cultivable y agua. En agosto de 1925, la tierra seguía en manos
              de la Compañía Liebig. Fue entonces cuando ésta propuso financiar por su
              cuenta el pago de los lotes.  No se trató de un acto de filantropía, sino de un
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              negocio, como los otros tantos que tenía la compañía, cuyo objetivo, según su
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              fiscales y otros inmuebles" (Streda de Sanchez 1999: 16).
                 Cuando la compañía presentó a los colonos el borrador de los contratos de
              compra, empezaron los conflictos. Si bien el contrato establecía que la tierra
              se entregaba en forma de arrendamiento por el término de siete años, luego
              del cual los colonos podían seguir pagando en cuotas el valor total del lote,
              algunas cláusulas fueron consideradas por los colonos como "un absurdo" ,
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              9    Von Reiswitz, en el periódico Acción (Buenos Aires) 10/09/1924.
              10    Lateinamerika, Nr. (A) 58/60, diciembre de 1924. Traducción propia.
              11   Reichswanderungsamt (RWA), Circular 729, agosto 1925. PAAA, Embajada de Alemania,
              Buenos Aires, box 74-2.
              12   Fegert a Renner, Colonia Liebig, 04/01/1926. PAAA, Embajada de Alemania. Buenos Aires,
              box 68. En la misma carta, dirigida por Fegert (en representación de los colonos) a la Embajada
              Alemana, este se refiere al contrato propuesto por la Compañía Liebig como una "miniatura
              del Tratado de Versailles".
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