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LOS OPOSITORES A HITLER DE HABLA ALEMANA EN ARGENTINA 91
II
Las condenas a la "infiltración nazi" en las escuelas alemanas presentaban argu-
mentaciones diferentes que muchas veces aparecían enlazadas. Por un lado, se
reprobaba el intento de intromisión de un estado en la soberanía de otro a través
de la propaganda política. Estos eran los argumentos que primaban en los dis-
cursos de Enrique Dickmann, por ejemplo, cuando indicaba que los nacionalso-
cialistas estaban operando para crear "una comunidad alemana que no conozca
fronteras ni mares lejanos" (Congreso Nacional, Cámara de Diputados, Diario de
Sesiones, 18/5/1938: 213-225). Por otra parte, se criticaba también la escasa
instrucción recibida por los hijos de los inmigrantes en la lengua castellana, es
decir, se veía a la heterogeneidad cultural como un peligro que amenazaba la
integridad argentina. Un ejemplo de ello fue la posición adoptada por el diputado
Juan Antonio Solari, quien tras otra serie de denuncias sobre la "nazificación" de
las escuelas de la comunidad alemana de Misiones, impulsadas nuevamente en
1940 por Heinrich Grönewald (Argentinisches Tageblatt 28/7/1940: 6), se refirió
a la necesidad de establecer los marcos legales adecuados para controlar el
funcionamiento de los colegios pertenecientes a asociaciones extranjeras. Luego
de realizar un viaje de inspección al territorio nacional misionero, quien dos años
más tarde se transformaría en el segundo presidente de la Comisión Investigadora
de Actividades Antiargentinas , se mostró azorado ante lo que había experimen-
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tado: allí, consideraba, "no domina la Argentina, sino el imperio alemán". Luego
de señalar que las asociaciones de la colectividad alemana eran "formaciones
con organización militar", el dirigente socialista denunció que los alumnos de esas
escuelas no sólo eran educados "siguiendo la ideología nazi", sino que además
no sabían hablar castellano." Para Solari, la única solución era "prohibir toda
actividad en lengua extranjera, cerrar las escuelas, cuyos "directores no quisieran
ser ciudadanos argentinos" y "obligar a los alumnos a concurrir a colegios esta-
tales" (Jüdische Wochenschau 17/10/1941: 1).
Cabe destacar que estas argumentaciones eran sostenidas por dirigentes
que no estaban identificados con los muy diversos grupos políticos e ideológicos
que se autopercibían como "nacionalistas" o fueron definidos de esa manera por
distintos investigadores (Buchrucker 1987; Rock 1993; Devoto 2002). Entre aque-
llos sí se encontraban quienes, en la Cámara de Diputados, se oponían a los
impulsores de las denuncias de las actividades antinacionales y que, aunque con
diferentes motivaciones, compartían no obstante los aspectos más exclusivistas
que iba adquiriendo la nacionalidad argentina. Así, Carlos Güiraldes (h.), del Par-
tido Demócrata Nacional, acordó con la necesidad de investigar las actividades
políticas de los extranjeros y advirtió sobre "el peligro de una invasión israelita".
Mencionó la existencia de escuelas judías cuya instrucción era "tan contraria a
los principios de nuestra nacionalidad como la impartida en la más nacionalso-
4 La Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas estuvo inicialmente presidida por
Raúl Damonte Taborda. Estaba integrada también por los diputados Juan Antonio Solari, Adolfo
Lanús, Fernando de Prat Gay, Silvano Santander, José Aguirre Cámara y Guillermo O’Reilly.
Tras la renuncia de los radicales Damonte Taborda y Santander, en julio de 1942, Solari pasó
a ocupar la presidencia del grupo de trabajo parlamentario.