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LUIS FERNANDO RUEZ: EXILIO POLÍTICO, SACRIFICIO INTERRUMPIDO 29
de librarse de las suspicacias provenientes de las autoridades argentinas.
Efectivamente, ante la gendarmería quedan comprendidos como sospe-
chosos de actividad enemiga todos los oficiales alemanes que sirvieron
en ambas guerras. Esta situación lleva a Ruez a anotar: “tengo todas las
posibilidades, porque cumplí con mi deber hacia mi patria en 1914 —lo
confieso con orgullo— de ser juzgado como «criminal de guerra» en 1946
o 1947” (ibid.: 280).
Durante su larga vida en Misiones se despliega el escenario del tercer
encuentro de Ruez con lo que percibe como una alteridad cultural en vías
de desaparición: los mbyá-guaraní del Alto Paraná. De estas etnografías
“accidentales” (Lazzari y Nigg 2020) en las aldeas mbyá surgen, por ejem-
plo, sus artículos en Lasso y en Südamerika que tratan de la farmacopea y
las prácticas médicas de los indígenas (ver Ruez 1936, 1951b, 1955b; Ce-
bolla Badie y Gallero 2016). El interés por la medicina “mágica” y “empírica”
de los Indianer, presente también en sus escritos sobre los araucanos, re-
fleja su propia condición de médico que ve en la etnografía una promesa de
comprensión de modos “alternativos” de salud y cura ante lo que percibe
como una crisis de la medicina “materialista” . La misma preocupación por
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penetrar en la historia y la cultura de los primeros habitantes de aquellos
lugares donde reside también conlleva, en línea con su catolicismo practi-
cante, acciones asistencialistas orientadas a mejorar su condición .
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De estos acercamientos entre una ejemplar subjetividad de la Kultur,
que es a la vez portadora de una concepción evangélica de la justicia, y los
Naturvölker, representados por los gauchos, ranqueles y mbyá pacificados
—bien distantes de las tropas coloniales africanas en la Gran Guerra— pro-
ceden las páginas más interesantes dejadas por Ruez, algunas de ellas
coloreadas con cierto tono de “crítica a la civilización” . Valga aquí como
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ejemplo una glosa de algunos fragmentos de Los indios araucanos de la
República Argentina (ver Lazzari y Nigg 2020 para más detalles).
“El araucano no vive desde ningún punto de vista en el bajo nivel cultural
en que nosotros, los blancos, solemos colocarlo.” No hay que olvidar que
“el indio permanece sin derechos […] porque el blanco ejerce sobre esta
población una explotación despiadada” (Ruez 1929b: 15). Estas observa-
ciones, reforzadas con palabras como “esclavitud” y “miseria espantosa”,
29 Los referentes etnológicos de Ruez pertenecen, en su mayoría, a la escuela histórico-
cultural austríaca, de declarada raigambre católica. Liderada por el padre verbita Wilhelm
Schmidt, su estandarte editorial es la revista Anthropos, todavía vigente. Entre las autori-
dades etnográficas citadas por Ruez están el propio Schmidt y los padres Martin Gusinde
y Franz Müller, aquel con estudios en el sur de Chile y Tierra del Fuego, y este último,
fundador de la misión en el Alto Paraná.
30 Aparentemente fue nombrado como “protector de indios” hacia el final del segundo
gobierno peronista en Misiones (Cebolla Badie y Gallero 2016).
31 No es este el espacio para desarrollar las influencias ideológicas en la formulación de
esta “crítica a la civilización” pero mencionemos, al menos, algunas entre ellas. Por una
parte, el Zeitgeist decadentista y espiritualista de la vuelta del siglo, que en Alemania toma
la forma de la llamada “revolución conservadora” (Woods 1996); por otro, la encíclica
Rerum Novarum de 1891, de importancia para un católico como Ruez, y, por último, la
propia tradición etnológica germánica, defensora de una perspectiva holística, plural y
relativista de las culturas.