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128 REGULA ROHLAND
tadas por seres humanos. El Parque del Sud y otros parques en Patagonia
se instalaron en áreas que, antes de la Conquista del Desierto, estaban
en manos de tribus mapuches, asentadas allá luego de ser expulsadas de
Chile, consideradas por los argentinos como chilenos cuando en realidad el
área que ocupaban y su propia percepción de ellos mismos no respondía a
los límites entre las naciones modernas que no existían cuando se produjo
su expansión por los lagos ahora argentinos, sino a representaciones an-
teriores de lo que es el hábitat de un grupo poblacional. La exterminación
durante la conquista por las tropas del General Roca, producida en forma
paralela en la nación vecina, y el desplazamiento y la invisibilización pos-
terior de estos habitantes indígenas se representan en el libro de Kaltmeier
como antecedentes aún candentes, que se activan en las actuales revuel-
tas de mapuches en la zona de los lagos patagónicos. Y surge de esta
representación la concepción de los parques nacionales, instalados como
zonas en las que ciertas restricciones hacen difícil la vida a quienes quie-
ran habitar allí, aunque obviamente la población indígena no acostumbraba
introducir los cambios que desde la conquista han cambiado la vida en las
Américas. Monumentos, como el dedicado a Roca en el Centro Cívico de
Bariloche, recuerdan dolorosamente, desde su ubicación en el centro de
una construcción arquitectónica de connotación fascista, a los habitantes
de Bariloche el sometimiento al que fue expuesta la población originaria.
Son muy instructivos los dos últimos capítulos, dedicados a la introduc-
ción de las especies botánicas y zoológicas, observada ya por los natura-
listas de la época, comenzando con Adolfo Doering en su informe sobre
la Conquista del Desierto y que ahondaron estudiosos como Haumann y
Hosseus. Especialmente el cap. 8, que se refi ere a la piscicultura, muestra
en un tema poco visible los cambios profundos introducidos con la idea de
mejorar y hacer más abundante en los ríos y lagos la pesca deportiva, a la
que se destinaban las especies exóticas, sin tener en cuenta la economía
lugareña y mucho menos los deterioros que se producirían en la población
de peces originarios.
El libro reseñado, según se ve, no es sobre alemanes o inmigración.
Pero trae en su curso referencias a importantes actores poco conocidos de
ese ámbito cultural, sobre cuya actuación además faltarían estudios perti-
nentes. Ante todo, las fi guras de Emilio Frey y de Carl Curt Hosseus, que se
invocan reiteradamente a lo largo de todo el texto, pero también la comuni-
dad científi ca internacional de la que forman parte, junto con Bailey Willis,
Lucien Haumann y otros, justifi can referirse a esta obra en una revista que,
como los Cuadernos del archivo, se centra en la inmigración y adaptación
de germanohablantes a la Argentina.
También el enfoque de esta revista podría servir para enriquecer algún
tema. Por ejemplo, acerca del Parque del Iguazú se podrían agregar a las
constancias reunidas por Kaltmeier dos importantes incursiones previas a
la zona y que sin duda contribuyeron a realzar su interés, incitando al tu-
rismo: el viaje de 1880 del entonces muy joven naturalista alemán Gustavo
Niederlein, quien describió con inusitado detalle los centenares de saltos de
los que la catarata se compone, y el de Ambrosetti, de 1892, realizado en
compañía del pintor suizo Adolfo Methfessel, de quien se conservan en el