Page 51 -
P. 51
Eduardo Devrient y el libro
Setenta años
REGULA ROHLAND DE LANGBEHN
Universidad de Buenos Aires.
Centro DIHA (UNSAM)
No repetiremos aquí los pormenores de la historia de Eduard/Eduardo Devrient
(1868-1955), relatada por él mismo en 1935 o algo más tarde, que editamos en
el presente Cuaderno. Quisiéramos comenzar con una breve semblanza de
Devrient, realizada en carta del 10 de agosto de 2020 por Alberto Bischoff,
habitante de la antigua colonia Isla Verde de Córdoba:
En 2003, el profesor Juan Delius de la Universidad de Constanza me
obsequió en esa ciudad una copia de las memorias de Eduardo
Devrient. La primera pregunta que me hice fue: ¿una persona de ape-
llido francés escribiendo en alemán? La segunda: ¿será descendiente
de los hugonotes emigrados por las persecuciones anti heréticas en
Francia? Pasaron años hasta que la doctora Regula Rohland y Mónica
Bader se ofrecieron para traducir sus memorias y me propusieron escri-
bir unas palabras preliminares. Me zambullí en la lectura y descubrí que
algunos presupuestos míos, como el de que Devrient descendía de los
hugonotes, eran ciertos, mientras que otros eran errados: era alemán
de nacimiento pero no estaba aferrado a su origen geográfico, consi-
deraba que él y sus parientes solían adaptarse con facilidad al lugar al
que las circunstancias los llevaran. Aunque se trataba de una persona
con cierta formación cultural, su interés se limitaba a las artes plásticas
y no era un gran cultor de la lengua alemana, ni de la música y la lite-
ratura de su país, ni del patrimonio cultural germano en general. Parecía
−o era− un hombre de amplios horizontes en una época en la que tanto
los alemanes que vivían en Alemania como los emigrados y sus des-
cendientes defendían con ahínco sus tradiciones, su lengua y su cultura,
aunque no coincidieran con las posturas políticas en boga.
En su actividad como empresario agropecuario puso énfasis en la
obtención de créditos y socios capitalistas, tarea en la que invirtió
mucha energía y que tal vez lo diferencie de la mayoría de los germano-
parlantes dedicados al agro, cuya vocación no era el rubro financiero.
Otro aspecto que me hace pensar que era un hombre de campo
atípico es el hecho de que se haya desprendido de su estancia "La
Constancia". En la Argentina, el hombre de campo tiende a conservar
sus tierras, especialmente aquellas donde pasó parte de su vida, cre-
cieron sus hijos y vivió su familia. En las sucesiones es habitual la
pugna por la casa principal, el casco de las propiedades rurales. Aun