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EDUARDO DEVRIENT Y EL LIBRO SETENTA AÑOS 53
que su abuelo había publicado una autobiografía en alemán titulada
70 Jahre [Setenta Años], que había sido un soñador y un artista, que
había perdido mucha plata, que al final solo le había quedado una
casa en Florida, suburbio de Buenos Aires, y que ella poseía muchos
cuadros suyos (ibid. F 97).
Una de las funciones de los Cuadernos del Archivo es promover nuevos estudios
sobre temas hasta ahora no tratados. La dedicación de Eduardo Devrient a la
pintura podría ser uno de ellos.
A lo largo de su libro, Devrient describe a su familia. Se casó con una
mujer argentina, pero educó a sus hijos conservando el idioma alemán.
A varios de ellos los envió a estudiar a Buenos Aires, probablemente
a la Belgrano Schule (después Goethe Schule). Del más chico, Alfredo,
anota que cursó en el Colegio Nacional de Buenos Aires (p. /90/).
Todos sus hijos estaban en edad escolar durante una prolongada
estancia de la familia en Baden-Baden, en 1912, y cursaron allí varios
años porque la familia quedó varada en Alemania durante la Primera
Guerra Mundial. El propio Devrient había regresado a la Argentina por
razones económicas y no pudo volver hasta terminada la guerra. Con
el correr de los años, sus cinco hijas contraen matrimonio, todas ellas
con alemanes o descendientes de alemanes. En cambio los dos hijos
varones, que son los menores y cuyos casamientos se mencionan al
final del libro, ya establecen relaciones con otras colectividades.
A propósito de la ascendencia lejana de Devrient, cabe agregar otra observación
de Delius:
el apellido Devrient suena mas francés que alemán, y de hecho lo es.
Los antepasados eran hugonotes, es decir protestantes calvinistas fran-
ceses, que después de ser perseguidos por Catarina de Médicis, reina
madre regenta de Francia, y ser víctimas de una matanza en la noche
de San Bartolomeo en 1572, fueron recién protegidos en 1598 por el
edicto de Nantes promulgado por el rey Enrique IV de Francia –este rey,
que apelado de Navarra a su vez era un protestante convertido al cato-
licismo– hasta que Luis XIV de Francia levantó el edicto en 1685.
Muchos hugonotes se refugiaron entonces en Alemania [...] donde tuvie-
ron fama de ser muy industriosos y muy cultos (Delius 2018: F 97).
La postura conservadora del autor, la cercanía casi inevitable al hitlerismo alemán,
que se intuye a través de su amistad con los Eichhorn y del parentesco político que
logra con ellos mediante el enlace de una de sus hijas con un Rennenkampf, no se
puede considerar menos que típica de un gran porcentaje de la inmigración ger-
mana de la época. Sin embargo, en un comentario sobre Benito Mussolini muestra
una opinión antifascista: "el pueblo tiene que ser guiado y no puede tener una
voluntad homogénea, porque cada uno representa sus intereses personales. El
pueblo se une en una voluntad común solo cuando el gobierno es malo, entonces,