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EL TIPÓGRAFO OSCAR B. MENGEN (1880-1930)        49



               finales del siglo XIX que se generalizaron las máquinas componedoras ope-
               radas por “linotipistas”, lo que permitió acelerar el proceso de composi-
               ción. En lo sucesivo esta tarea siguió estando en manos de los tipógrafos, a
               los cuales en el siglo XIX se sumaron cada vez más personas de las clases
               bajas y medias de la sociedad (cf. Beinert 2018).
                  No es fácil evaluar cómo se estaba configurando el mercado laboral de
               los tipógrafos en el momento en que Mengen salió de Alemania. Hacía mu-
               cho tiempo que eran demandados como trabajadores cualificados, ya que
               solo se podía hacer frente al gran aumento de la producción de libros y re-
               vistas con un gran número de tipógrafos (cf. Schmitt 1990: 34). En general,
               sin embargo, se ha enfatizado respecto del siglo XIX que la industrialización
               y el crecimiento demográfico llevaron a una desintegración de la estructura
               social y a la disminución de las oportunidades de empleo y de los salarios,
               lo que aceleró la emigración del noreste de Alemania (cf. Bade 2005: 158-
               166). Queda por ver si fue la búsqueda infructuosa de empleo o la caída de
               los salarios lo que animó a Mengen a abandonar el país. Una emigración
               por razones políticas, como en el caso de los socialistas alemanes, parece
               improbable en vista de la vida posterior de Mengen en Argentina. Al me-
               nos no es posible encontrar conexiones entre él y asociaciones socialistas,
               como el Vorwärts (cf. Carreras 2008). Por otra parte, es más probable que
               en una época en la que los oficios manuales se caracterizaban por una falta
               generalizada de perspectivas, Mengen buscara en la emigración el progre-
               so económico. La mejora de los medios de transporte hizo que la migración
               no solo resultara más barata, sino que se convirtiera en una alternativa casi
               cotidiana en la década de 1880 (cf. Bade 2005: 163).
                  Mengen puede definirse como un “emigrante medio de habla alemana”
               a Argentina: era varón, trabajador manual, podía considerarse de clase me-
               dia baja debido a la alfabetización requerida para su profesión, emigró solo,
               sin familia y, al igual que cerca de un tercio de la totalidad de los inmigran-
               tes alemanes, eligió Buenos Aires como su nuevo hogar (cf. Saint Sauveur-
               Henn 2010: 31s.). Además, se fue de su país durante la fase más fuerte de
               la emigración alemana en el siglo XIX: 1,8 millones de personas abando-
               naron el Imperio Alemán en la década de 1880. Muchos fueron a Estados
               Unidos de América y también a Argentina, que registró el mayor número de
               inmigrantes alemanes en esa década (cf. Carreras 2008: 63).




               Inmigrantes de habla alemana en el emergente mercado
               del libro en Argentina


               Personas llegadas de países extranjeros tuvieron un papel decisivo en el
               “surgimiento de un mercado editorial” en Buenos Aires (Diego 2011: 223).
               Este emergente mercado del libro, que incluía imprentas, fábricas de lito-
               grafías, editoriales y empresas de encuadernación, ofrecía a los inmigrantes
               de habla alemana, además de la industria cervecera y del transporte, un
               medio de vida y, en ocasiones, rápidos ascensos profesionales.
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