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50 ANNIKA HARTMANN
Según José Luis Diego, dos factores fueron determinantes para que
los emigrantes alemanes lograran afianzarse en la industria argentina del
libro y alcanzar rápidamente el éxito económico. En primer lugar, desde
mediados del siglo XIX se desarrolló en Argentina un mercado comercial
del libro en el que cada vez más personas podían participar a medida que
crecía la alfabetización, lo que a su vez impulsó la producción de libros,
revistas y periódicos (Diego 2011: 223). La tasa de alfabetización era par-
ticularmente alta entre los inmigrantes alemanes, incluso entre los obreros
y empleados (cf. Saint Sauveur-Henn 2017: 19). En segundo lugar, algu-
nos integrantes de dicho grupo poseían conocimientos específicos sobre
técnicas de impresión y composición tipográfica (Diego 2011: 225). Otra
peculiaridad, según Diego, consistió en que los inmigrantes alemanes que
trabajaban en esa actividad se “argentinizaron” rápidamente, en parte por-
que hasta finales del siglo XIX el público lector de habla alemana, con casi
17.000 personas, era bastante reducido en comparación con la inmigración
de habla italiana (id).
Entre los impresores alemanes más conocidos se encontraban Guiller-
mo Kraft y Jacobo Peuser, quienes habían emigrado a Argentina a me-
diados del siglo XIX y, en 1864 y 1867 respectivamente, habían fundado
allí sus propias editoriales e imprentas. Junto con otras compañías de im-
presión y editoriales, como los talleres más activos en Buenos Aires de
Pablo Coni y Martín Biedma, las casas de Kraft y Peuser marcaron el inicio
de un mercado comercial, localizado, del libro en Buenos Aires (cf. Román
2016: 9). Sin duda, Peuser y Kraft se convirtieron rápidamente en grandes
protagonistas de este sector, pero no fueron las únicas figuras germano-
hablantes. En el Jahrbuch und Adresskalender (Anuario y Agenda de Di-
recciones) de 1884 y 1886 se enumeraban algunos otros establecimientos
con participación alemana para las “colonias alemanas en el Río de la Pla-
ta” (cf. Bachmann 1884: 19). Solían instalar sus negocios en el centro de la
ciudad de Buenos Aires, no lejos de la Plaza de Mayo, en el actual barrio de
San Nicolás. Entre la avenida Rivadavia y la avenida Corrientes no solo es-
taba la “esquina de Peuser” (Diego 2011: 226), sino también otras impren-
tas y editoriales de propietarios alemanes, incluida la empresa litográfica de
Stiller & Laass, R. Lange o Alb. Larsch (cf. Bachmann 1884: 19).
Estas imprentas, así como las “dinastías periodísticas” de Her-
mann Tjarks y Juan Alemann, que, con el Deutsche La Plata-Zeitung y el
Argentinisches Tageblatt, entre otros, imprimían los principales diarios para
un público de habla alemana , eran a su vez importantes empleadores para
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los trabajadores de habla alemana de la industria del libro, incluidos los
impresores de libros y litografías, litógrafos, tipógrafos, cajistas a mano y a
máquina, y encuadernadores. Al parecer, el número de tipógrafos alemanes
en el país creció con rapidez: en 1879 había 11 tipógrafos alemanes regis-
trados en un censo de la ciudad de Buenos Aires (cf. Ferrer 2008: 100), y
en 1884 ya había seis tipógrafos trabajando solo en la empresa periodística
de Hermann Tjarks (cf. Bachmann 1884: 94). El rápido aumento del número
10 Además de estos grandes periódicos, a finales del siglo XIX hubo multitud de iniciativas
y estímulos en el sector periodístico en lengua alemana (Rohland de Langbehn 2017).