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           blanco fortalecido. Todo esto supone tener que pasar algunas pruebas de
           fuego, que pueden tener un fi nal fatal. En Komplott zu Lima, nuestro escép-
           tico Roberto parece confi rmar que puede ser así y que el transcurso de la
           historia aparenta no tener sentido.
              ¿Debemos aceptar la postura escéptica de Schopfl ocher? ¿Debemos
           volvernos pesimistas? Yo prefi ero creer que las notas biográfi cas de Ro-
           berto en Weit von wo también tiene un carácter ejemplifi cador. El subtítulo
           de su autobiografía es “Mi vida entre tres culturas”, y al respecto Roberto
           escribió algo que quiero citar primero en original y luego en español:
              Drei Welten sind es, denen ich zeitlebens verhaftet blieb, in die
              ich hineinwuchs und in denen ich ein und aus gehe. Erstens, allen
              negativen Erfahrungen zum Trotz, die deutsche Kultur und Lebensart
              – romantisch, idealistisch gefärbt. Zweitens, ein Judentum, das,
              allerdings stark agnostisch durchsetzt, mit keinem regelmäßigen
              Synagogenbesuch verbunden ist. Diese Parallelwelten verdanke
              ich meiner Kindheit in Mittelfranken und der Pestalozzi-Schule in
              Buenos Aires, dem Jüdischen Landschulheim in Deutschland und
              schließlich dem Kontakt mit den russischen Juden in den Baron-
              Hirsch-Siedlungen, wo ich meine Berufslaufbahn begann. Meine
              dritte Welt wurde das lebensrettende Argentinien mit seinen
              herrlichen Landschaften und seiner liebenswerten Bevölkerung.
              Dort erhielt ich meine Ausbildung als Diplomlandwirt, gründete
              meine Familie, kamen meine Kinder, Enkel und Urenkel zur Welt,
              und dort bin ich, mit kurzen Unterbrechungen, seit über siebzig
              Jahren zuhause. Mein Leben lang bemühte ich mich um die Balance
              dieser permanent fl uktuierenden Dimensionen, ohne mich eindeutig
              auf eine derselben festlegen zu können. Das von vielen Exilanten
              beschriebene Gefühl der Heimatlosigkeit lernte ich in dieser Form
              nie kennen, obwohl ich mich weder als Deutscher betrachte noch
              als Argentinier (19).

              Son tres mundos en los cuales he estado arraigado toda mi vida,
              en que crecí y donde entro y salgo. En primer lugar, a pesar de
              todas las experiencias negativas, la cultura y el estilo de vida ale-
              manes – coloridos de romanticismo e idealismo. En segundo lugar,
              el judaísmo, aunque entremezclado con un agnosticismo fuerte, sin
              visitas regulares a la sinagoga. Estos mundos paralelos debo a la
              niñez en la Franconia y a la escuela Pestalozzi en Buenos Aires, al
              hogar que me ofreció la escuela judía en Alemania y fi nalmente al
              contacto con los rusos judíos en las colonias del Baron Hirsch don-
              de comencé mi carrera. Mi tercer mundo llegó a ser Argentina, con
              sus paisajes maravillosos y su población amable, lo que me salvó
              la vida. Allí recibí mi formación como ingeniero agrónomo, fundé mi
              familia, donde nacieron mi hijos, nietos y biznietos, y allí me siento
              en casa desde hace más de 70 años. Toda mi vida me he esforzado
              en alcanzar un balance entre estas dimensiones permanentemente
              fl uctuantes. Nunca he llegado a conocer la sensación de la falta de
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