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HOMENAJE AL ESCRITOR ROBERTO SCHOPFLOCHER: UNA VIDA ENTRE TRES CULTURAS  107



                  dero al costado de la calle y se lavó la cara, mientras sentía el grito
                  ahogado brotando desde su interior:
                  “¡Nunca más! ¡Nunca más!”
                  ¿Nunca más?... (289).
                  El narrador es quien agrega el “Nunca más” en forma de pregunta. Ha-
               cia el fi nal de la novela, cuando Elvira ya es anciana, se fortalece su fe en
               que la ilustración y la razón humana fi nalmente lograrán imponerse. Durante
               una reunión en Buenos Aires, expresa lo siguiente:
                  “Envidio a la juventud“, anunció, “que verá el triunfo de las nuevas
                  ciencias, cuando todos los secretos de la naturaleza hayan sido re-
                  velados y haya triunfado la razón.“ “Les espera un maravilloso futu-
                  ro“, agregó, desconociendo las fuerzas irracionales que habitan en el
                  hombre [...] (Komplott 423).
                  En ambas citas llama la atención que el narrador muestra resistencia
               que surge del “¡Nunca más!” y de la fe optimista en la razón. Como ya
               mencioné, la frase de Elvira se convierte en pregunta “¿Nunca más?“, y su
               optimismo “deconoce” la irracionalidad inherente al hombre.
                  La lectura nos hace pensar de inmediato en la cita de Siegfried Lenz,
               con la que Schopfl ocher da inicio a su novela: “La historia es el acervo de
               miedos, hechos, errores y sueños, que cuestionamos con diferentes re-
               sultados. Es a esa quimérica continuidad sin destino, la familiaridad que
               detectamos en lo desconocido, a lo que debemos encontrarle un sentido”
               “Geschichte erzählen” (21). La cita proviene de un ensayo titulado “Narrar
               la historia – Narrar historias“, en el que Lenz describe la forma en que la
               fi cción podría completar a la historia: la historia debería multiplicarse en
               historias y “oiríamos con gusto al narrador, puesto que es capaz de unir lo
               que se desmenuza en el análisis, y de traer a la luz lo que no quiere darse
               a conocer, inventando la verdad” (34). A partir de las historias inventadas
               de una serie de personajes, sobre todo de Elvira, en Komplott zu Lima es
               posible dar una forma palpable a la historia de la inquisición, con todo el
               terror que encierra. Si escuchamos al narrador Schopfl ocher “con gusto”
               es otra cosa, pues sus invenciones históricas traen a la luz una verdad muy
               pesimista. O para volver sobre la cita de Lenz, el paseo de Schopfl ocher por
               el acervo de la historia nos permite ver lo conocido en lo desconocido, que
               trae a la luz la continuidad de determinados procesos históricos. No es una
               continuidad en el sentido de la aspiración a la perfección del hombre sino
               más bien la continuidad del horror que los hombres producen en nombre de
               ideologías racistas y religiosas. Al leer Das Komplott zu Lima pensamos en
               el Holocausto, claro, pero no se acaba allí. Nuestros tiempos están marca-
               dos por las migraciones masivas y por el intento de lograr una integración
               sociopolítica ante un fl ujo cada vez mayor de refugiados provenientes del
               cercano Oriente, de África o, por estos días, de Ucrania, que buscan futuro
               mejor sobre todo en Europa y, especialmente, en Alemania. Cuando leemos
               la novela pensamos también en los desafíos de un mundo multicultural y
               globalizado a la luz del fanatismo religioso del Islam y de un nacionalismo
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