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104 REINHARD ANDRESS
En este párrafo se despliega todo un panorama de los tipos de judíos
desde los más otrodoxos hasta los más ateos que conviven en esta peque-
ña colonia judeo-alemana-argentina.
Sería fácil dar muchos más ejemplos de cómo la prosa de Roberto
muestra este desarrollo histórico de la cultura de los inmigrantes judíos
en el paisaje específi co de la Argentina. Como escritor creó una imagen
de viejos y nuevos elementos judíos ubicados en un espacio cultural que
solo podía existir de esta forma en el interior argentino. Así, muchos de
sus textos familiarizaron a los judíos de Buenos Aires con la vida de los
inmigrantes judíos de la periferia, es decir de las pampas, reavivando la(s)
historia(s) familiar(es) de esta vida judía, rescátandola(s) del olvido. En
este proceso, el autor desempeñó el papel de mediador cultural, un papel
que se extiende más allá del judaísmo e incluye a argentinos no judíos.
También a ellos les hizo accesible el espacio cultural judeo-argentino.
Finalmente, amplíó el papel mediador aún más poniendo este espacio
cultural a disposición del entorno cultural alemán. Podía desempeñar el
papel de mediador simplemente por haber mantenido su dominio del ale-
mán durante los muchos años que había pasado en la Argentina, quiero
decir, por haber traducido sus propios textos al alemán o por haber crea-
do nuevos textos en su lengua materna. Otra vez se puede ver aquí que
la vida de Roberto transcurre entre tres culturas: la alemana, la judía y la
argentina.
En el caso de sus nuevos textos escritos en alemán, me gustaría men-
cionar su novela publicada en 2013, Die verlorenen Kinder (Los niños per-
didos), en que Roberto hizo un aporte a la discusión equilibrada sobre la
historia de Argentina y del aspecto específi co de los desaparecidos. La
trama narra la historia del joven fi togenetista Enrique Miliani, que, en 2006 y
luego de siete años de estadía en los Estados Unidos, regresa a la Argenti-
na, su país de origen. Ya en Buenos Aires, se enreda en largas charlas con
su tía de crianza, María Inés, una psicóloga, sobre la compleja historia de la
migración judeo-polaco-germana desde la década del treinta. Al principio,
la tía calla ciertas cosas, por ejemplo, que fue violada mientras trabajaba
como criada en una estancia (algo que Enrique termina por sonsacarle len-
tamente). Las visitas a sus padres y los encuentros con otros personajes
completan la imagen que se va formando de Argentina. El motivo central
del relato es la desaparición y el asesinato de los hijos de María Inés, Fe-
cundo y Adriana, durante la dictadura militar. En el centro está el destino de
su hija y de su nieto Pablo, dado en adopción a la fuerza y que reaparece en
el presente narrativo. En Argentina, Enrique encuentra trabajo en un labo-
ratorio de genética forense, pero hacia el fi nal de la historia decide regresar
a los Estados Unidos.
Claro que una novela que trata la historia argentina tiene que confrontar
el fenómeno peronista, algo que se presenta a través de la postura de María
Inés y su esposo Fredy:
Tanto ella como su esposo expresan sus prejuicios frente a la “toma
del poder” por parte de Perón – esta es la expresión que Fredy es-
coge para describir los éxitos del caudillo. Sin embargo, María Inés