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              Como vamos a ver, sus experiencias personales por aquel entonces des-
           empeñaban un papel sumamente importante en sus obras literarias. Pero no
           hay duda de que la parte más importante de esta riqueza consistió en conocer
           a su futura esposa Ruth de Levie, una refugiada originaria de Bremen. Se casa-
           ron en 1947. Roberto me aseguró en una de nuestras conversaciones que su
           “lengua matrimonial” era el alemán y que con sus dos hijos también hablaban
           en alemán. Es posible ver, entonces, que el autor en ningún momento perdió el
           contacto con su lengua materna y con la cultura alemana-judía.
              En 1951, al nacer su primer hijo, la familia se trasladó a Buenos Aires,
           donde Roberto continuó su carrera en la empresa importadora de su padre,
           de la que se hizo cargo en 1961. La correspondencia comercial con los
           clientes alemanes y sus viajes de negocio a Alemania también le ayudaron
           en mantener activo el idioma. Al mismo tiempo, comenzó a escribir obras
           de investigación en español como Avicultura lucrativa (1960) que se convir-
           tió en un bestseller.
              Lo que determinó el rumbo de la vida de Roberto fue el hecho de que
           practicar la actividad comercial no lo hacía feliz. Prefería dedicarse a las
           artes. De noche asistía a cursos de fi losofía y literatura, pintaba y hacía gra-
           bados en madera que se exhibían en Santiago de Chile, Hamburgo, Bonn y
           Buenos Aires en el “Salón Nacional”. A la edad de 57 años resolvió dedicar-
           se por completo a la literatura, una decisión que atribuía a lo que llamaba su
           “compás interno” que una y otra vez lo “encabezaba rumbo a la literatura”
           (Weit von wo 120). Con eso comienza una vigorosa actividad literaria en
           español. Entre 1980 y 1996 se publicaron las colecciones de relatos Fue-
           go fatuo, Ventana abierta, Acorralado y Venus llega al Pueblo, las novelas
           Mundo fragil y Extraños negocios, y una obra de teatro, Las ovejas. Por sus
           publicaciones también recibió varios reconocimientos: en 1981 el premio
           honorífi co de la “Sociedad Argentina de Escritores” (SADE) por Fuego fa-
           tuo, en 1982 el premio de la Fundación “Eligio González Cadavid“ por Las
           ovejas, en 1997 un nuevo premio honorífi co de la SADE, esta vez por Extra-
           ños negocios, y en 2000 obtuvo el tercer puesto en el concurso literario de
           la Ciudad Autónoma de Buenos Aires por la misma novela.
              Pero sus publicaciones en español y el éxito no lo alejaron de su cultura
           materna. A pesar de haber vivido la gran mayoría de su vida en la Argentina,
           atribuía esta fi delidad a la intensidad emocional que había experimentado
           durante su infancia y juventud, en su primera cultura, la alemana. Para ex-
           plicar eso más profundamente, me gustaría citar su poema “Geständnis”
           (Confesión), primero en alemán, después traducido al español:

              Seit sechzig Jahren in Argentinien,

              aber beim Worte ‚Baum’
              fällt mir zunächst und noch immer
              die Dorfl inde Rannas ein,
              in der Fränkischen Schweiz,
              gelegentlich auch eine Eiche
              oder ein Tannenbaum;
              nie dagegen oder doch höchst selten
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