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HOMENAJE AL ESCRITOR ROBERTO SCHOPFLOCHER: UNA VIDA ENTRE TRES CULTURAS 99
manes como la Jüdische Wochenschau y el Argentinisches Tageblatt, que
también contribuían a la vida cultural y liberal de habla alemana. Roberto
mismo describió su situación por aquel entonces así:
El proceso de desarrollo de mi lengua, condicionado por mi emigra-
ción, no empezó repentinamente con mi llegada en la Argentina. De
hecho, como cada recién llegado, trataba de aprender la lengua del
país inmediatamente después de la llegada. Pero no empezaría a
seguir el camino sinuoso desde el alemán al español con la vuelta a
la lengua de mi niñez sino hasta cuatro años más tarde. Pues, hasta
este punto no tenía la necesidad de arreglármelas en un medio am-
biente de habla exclusivamente española. Antes de eso, aún estaba
arraigado a una vida cultural e intelectual alemana que nunca daba
la espalda (“Verfremdung”).
Al joven Roberto le habría gustado trabajar como escritor en este círculo
cultural alemán y judeo-alemán, pero su padre lo convenció de la nece-
sidad de seguir una profesión práctica. Así inició su camino a la cultura
hispana y argentina, su tercera cultura, en 1939 cuando pasó un año como
practicante en una plantación frutal en el norte de la Patagonia, seguido por
estudios universitarios de agronomía en Córdoba. Aunque vivía en compa-
ñía de argentinos en un internado, también se dedicó a cultivar sus lectu-
ras alemanas. Se movía en el círculo intelectual alrededor de Alfredo Cahn
(1902-1975), un germanista suizo, famoso por sus traducciones de Stefan
Zweig. En noviembre de 1940 incluso tuvo la oportunidad de encontrar-
se con el mismísimo Stefan Zweig, a quien Roberto había enviado dos de
sus relatos con la esperanza de que le diera su opinión. Zweig había leído
en efecto los textos y le dio consejos consistentes, sobre todo, en aplicar
“el arte de no decirlo todo” (Schopfl ocher, Weit von wo 138), una técnica
que más tarde sería de gran relevancia para su escritura. De todos modos,
aunque Roberto se involucró en la vida y cultura argentinas en Córdoba,
también se fortaleció su adhesión a la lengua y literatura alemanas.
El primer empleo de Schopfl ocher al terminar sus estudios universitarios
fue como administrador en la “Jewish Colonization Association” entre 1945
y 1951. Se trataba de unas colonias ubicadas en la provincia de Entre Ríos,
cuyos orígenes se remontan a 1891 cuando el fi lántropo Baron Moritz von
Hirsch (1831-1896) creó estas colonias agrícolas para judíos perseguidos
en Rusia. En 1925, estos asentamientos contaban con alrededor de 35 mil
judíos que conservaban parte de su cultura shtetl y hablaban español tanto
como yídisch. Sus tareas le proporcionaron a Roberto los primeros cono-
cimientos de la vida judía en el este de Europa. Entre 1936 y 1939 estos
asentamientos también habían aceptado a unos dos mil judíos de Europa
Central perseguidos por los nazis, cuyas costumbres eran bastante dife-
rentes. La mayoría de ellos hablaba alemán, y Roberto tuvo la oportunidad
de conocer a un gran número de ellos en las colonias. En 1998, resumía su
experiencia diciendo: “La riqueza interior que me proporcionó el contacto
íntimo con las familias de colonos judíos y con la provincia argentina me
acompaña hasta hoy” (Weit von wo 178-179).