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VIAJEROS ALEMANES EN EL CHACO 79
faul in ihren Handlungen und im Denken und versuchen auch in keiner
Weise, ihre Lage irgendwie zu verbessern. Trotz aller dieser schlechten
Eigenschaften sind sie friedfertig, bestehen aber auf ihrer Unabhängig-
keit. Sie haben nicht vergessen, was man ihnen im Laufe der Jahrhun-
derte Böses zugefügt hat und kämpfen tapfer in der Verteidigung ihres
Landes und ihrer Sippe. Sie sind grausam mit den Gefangenen, die in
ihre Hände fallen, aber keine Menschenfresser (Schmidt 1940: 46) .
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Schmidt siente pena por los indios, se compadece de ellos, pero no se libera
de la creencia de que es portador de una cultura superior y de que los indios
vivirían mejor si adoptaran las costumbres de los civilizados. Critica la destruc-
ción de los pueblos nativos que llevaron adelante los españoles, pero no encuen-
tra otra solución mejor que seguir haciendo lo mismo, aunque con métodos
menos sangrientos. Inclusive utiliza el verbo “domesticar” (Schmidt 1940: 50) al
aludir a la tarea que debe llevarse a cabo con los indios. Cree que van a desa-
parecer a causa del alcohol, la viruela y las enfermedades de transmisión sexual,
antes de que la civilización los extermine. Mucho más duro con ellos es en su
obra Vom Rio de la Plata bis zum Rio Alto Paraguay (Desde el Río de la Plata
hasta el río Alto Paraguay). Los considera fatalistas, que pelean contra sus ene-
migos pero no contra su destino, y cree que las abundantes revoluciones que
se producen con inusitada frecuencia no parten del pueblo sino de los políticos.
En esta obra es particularmente negativo al referirse a los indios:
Rotbraune Indianer, an ihrer unsauberen, zerfetzten Wäsche, ihrem
blauschwarzen Pferdehaar, ihren oft nur kleinen Schweinsaugen und
manchmal hervorstehenden Zähnen, dem offenen Munde und der
vielfach herunterhängenden Unterlippe sofort als solche zu erkennen,
besorgen die Hafenarbeit (Schmidt 1938: 103) .
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Es muy notable el desprecio por los indios a través del recurso de la animalización.
Posiblemente la influencia de las ideas de raza superior, a las que Schmidt adhe-
ría en la época en que compone esta obra, lo impulsa a juzgarlos como a seres
inferiores, con rasgos absolutamente negativos. Cuando conversa con un nortea-
mericano que trabaja en la fábrica de tanino, le cuenta que a los tobas (a los que
el narrador considera un caso perdido para el mundo civilizado) se ha logrado
hacerlos trabajar en la fábrica, pero se gastan lo que ganan en alcohol.
5 “Los habitantes primitivos son callados, desconfiados, curiosos, avaros y miedosos al mismo
tiempo. Su fuerza es la traición y la estafa. Son perezosos en sus negociaciones y en el pensamiento
y no tratan de ninguna manera de mejorar su situación de algún modo. Pero a pesar de todas estas
cualidades negativas son pacíficos e insisten en su independencia. No se han olvidado de todo el
daño que se les ha hecho a lo largo del siglo y luchan valientemente por la defensa de su tierra y
su estirpe. Son crueles con los cautivos que caen en sus manos, pero no son antropófagos.”
6 “Se reconocen de inmediato los indios, que se ocupan del trabajo en el puerto, por su
color marrón rojizo, sus ropas sucias y harapientas, su pelo de caballo de color negro azulado,
sus a menudo pequeños ojos de cerdo y sus dientes a veces desplazados hacia adelante, las
bocas abiertas con el labio inferior frecuentemente colgando hacia abajo.”