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80                  CLAUDIA GARNICA DE BERTONA



          La imagen de los inmigrantes


          Si el indígena representa al otro, al desconocido, al diferente y hasta es percibido
          en algunos casos como una amenaza, el inmigrante alemán en cambio es el
          portador por excelencia de la civilización, casi un regalo a esta tierra despoblada,
          que necesita ser explotada por quienes han decidido aventurarse en ella. Los
          inmigrantes representan lo opuesto a los naturales del Chaco: gustan del trabajo
          y son portadores de progreso, aunque el precio sea la destrucción o el someti-
          miento de los indios. Los textos muestran condiciones de subsistencia muy
          duras, sobre todo para los de procedencia germana, que en general no las
          toleran y continúan su camino hacia otras regiones del país, como el Litoral.
            Hans Tolten, a quien ya nos referimos anteriormente, se refiere en repetidas
          oportunidades a la región del Chaco. Como hijo de colonos experimentó en
          carne propia las experiencias que luego vierte en su narrativa autobiográfica, en
          este caso en la obra que se titula Kampf um die Wildnis (La lucha por el desierto),
          de 1935. La situación de los inmigrantes que trabajan la tierra preocupa al narra-
          dor, quien ya en la obra anterior narró sobre la expulsión de su familia del Chaco:


                  denn alle Siedler sassen hier auf unvermessenem Regierungsland als
                  sogenannte Intrusos –Eindringlinge– und konnten jederzeit von den
                  Behörden fristlos vertrieben werden (Tolten 1935: 10) .
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          Este es el otro problema al que deben enfrentarse los inmigrantes, ya que las
          condiciones legales para trabajar las tierras eran sumamente precarias. Los
          inmigrantes que tienen pocos recursos viven en pésimas condiciones y deben
          soportar el clima extremo y las plagas.


          El Chaco como destino de la colonización alemana


          Ilse von Rentzell, ya mencionada, anticipa en el Prólogo el objetivo de su texto,
          que es transmitir la atmósfera de los territorios colonizados, el aire que allí se
          respira, la lucha por la supervivencia de los colonos y las impresiones sobre los
          naturales de esa tierra (Rentzell 1929: IX). La obra es muy rica en alusiones
          imagológicas: llaman la atención del observador los postes y alambrados, cuya
          repetición da monotonía al paisaje (ibid.: 5). No le desagrada el clima, aunque
          cree que la supuesta vagancia de los habitantes de la zona no es tal, sino una
          forma de sobrevivir en esas condiciones climáticas (ibid.: 22). La observadora
          no comprende por qué llegaron tantas corrientes migratorias de Alemania al
          Chaco, cuando existen otros lugares como el sur de la Argentina que ofrecen
          mejores condiciones en este sentido.
            Se lamenta de la poca posibilidad de desarrollo de una vida espiritual para
          los colonos, alejados de todo centro de la misma y con condiciones de super-

          7    “pues todos los colonos estaban acá asentados sobre tierras fiscales sin medir, como lo
          que se dice ‘intrusos’, y en cualquier momento podían ser expulsados de forma inmediata por
          las autoridades.”
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