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42 JUAN MORELLO
la comunidad envejecía, y el poco aumento de nuevas inscripciones. Por otra
parte, tanto las bibliotecas como la filmoteca permanecieron esos años casi sin
usar. Con cierto enojo y en tono de reproche la DWV apelaba a su utilización
por parte de la comunidad germanoparlante, pero ni la biblioteca científica, ni la
popular daban signos de despertar algún interés (Phoenix 1927b: 195).
La DWV evidenciaba también problemas financieros. No estaba en condicio-
nes de comprar libros, ni casi recibía donaciones. Además, se lamentaba, para
qué invertir en las bibliotecas si nadie las utilizaba (Phoenix 1926: 189). Para el año
1927, ya estaba sobrevolando la idea de deshacerse de los libros para alquilar los
cuartos y darles rentabilidad (Phoenix 1927b: 195). Algunas de las asociaciones
alemanas, incluso, dejaron los cuartos que tenían alquilados en la Vereinshaus, lo
que obligó a alquilarlos a otras asociaciones, algunas de ellas no alemanas . algo
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impensado en años anteriores. Los cursos de alemán siguieron la misma suerte.
A principios de año, en general, la concurrencia era moderada, pero con el correr
de los meses terminaban por abandonarlos casi todos los alumnos y debían
cerrarlos (ídem: 196). Por último, la serie de eventos y ponencias que tenían lugar
regularmente en la sede de la Casa de las Asociaciones Alemanas, sita en la calle
Moreno 1059, debió trasladarse ya para el año 1926 al salón de conferencias de
la Belgrano Schule (Phoenix 1927a: 61). Como gran parte de la comunidad ale-
mana vivía en ese barrio, pudieron mantener algo de público.
Durante esos años, la DWV continuó jactándose de que su misión consistía
en ayudar económicamente a científicos alemanes para que realizaran expedi-
ciones o investigaciones. Pero lo cierto es que no tuvo recursos para hacerlo ni
una sola vez . En sus páginas, de a poco, se hizo más explícito un acercamiento
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a favor de posiciones monárquicas. En el año 1929, por ejemplo, se publicó un
telegrama enviado por el secretario del ex-emperador alemán Guillermo II, quien
acusaba recibo de algunos números de Phoenix que le habían enviado (Phoenix
1929: 186). Otros artículos hacían alusión a la historia y la pervivencia de los
símbolos del Reich alemán . Más como excepción que regla, como se verá más
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adelante, se publicó un extenso artículo sobre la raza, la herencia genética y la
eugenesia en 1926 (Rauenbusch 1926), que aludía a políticas de "saneamiento
racial" y teorías sobre razas inferiores y superiores (Newton 1977: 170-171).
En suma, la indiferencia de la comunidad germanoparlante a participar de sus
actividades y a utilizar sus instalaciones, por un lado, junto a la nueva línea edi-
torial, que privilegiaba un discurso más cerrado, conservador y cientificista en
torno a lo alemán, por el otro, hicieron que la Asociación Científica Alemana fuera
recluyéndose cada vez más en sí misma y adoptara posturas todavía más con-
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11 Por ejemplo el Instituto Geográfico Argentino en 1926.
12 De hecho, la última financiación registrada a un científico data del año 1920 en la que se
hicieron excavaciones durante 4 meses a las orillas del Río de la Plata, en la zona de San Isidro.
El agraciado de dicha financiación fue un tal Fritz Hennig, que encontró el esqueleto de un
mesotherium, y que envió de regalo más tarde a Alemania (Phoenix 1921b, 8).
13 Por ejemplo un largo artículo dedicado a la defensa de la antigua bandera y colores del
Reich Alemán (Brunswig 1926).
14 Su negativa a invitar a Albert Einstein a la DV en su visita a la Argentina en 1925 y no hacer
ninguna mención al físico en las páginas de Phoenix, es uno de los ejemplos más claros de
esta cerrazón.