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ALFRED HÜBNER, DIE LEBEN DES PAUL ZECH 25
Estudió el trasfondo familiar y las actitudes de Zech, marcando los hitos
de la disposición enferma heredada y el innegable talento del poeta, que
determinan su capacidad de producción y reproducción poética, capaci-
dad que conduce a que se publiquen obras originales de Zech, por ejem-
plo, dentro de sus (muy renombradas) traducciones de Villon, pero también
a que surgieran problemas de plagio porque se apropiaba de temas y for-
mulaciones de otros autores y falsificó misivas que decía haber recibido de
remitentes famosos con los que en realidad no tenía contacto.
Zech llegó a Buenos Aires con más de cincuenta años de edad. No
sabía el idioma del país. No tenía la ventaja de haber estudiado el latín, que
a muchos de los inmigrados mayores de edad les facilitaba la adopción
del castellano y probablemente nunca llegó a dominar el idioma cabalmen-
te. En el comienzo fue apoyado por uno de sus hermanos, pero este se
desentendió después de algunos años. Trabajó durante un año y medio
para el diario antinazi Argentinisches Tageblatt, pero se distanció de él por
diferencias con su editor, Ernesto Alemann, acerca del grupo de nazis di-
sidentes Schwarze Front. Se integró, en cambio, al ambiente de los judíos
de habla ídish en tal forma que durante años su dirección de correo era la
del periódico Di Presse, y realizó varios cambios de domicilio que Hübner
supo rastrear con mucha dedicación. Finalmente encontró cabida como
representante en Argentina de un periódico antinazi editado en Chile, lo que
durante sus últimos años de vida le dio nuevos impulsos creativos.
La capacidad productiva de Zech durante los trece años que pasó en
Buenos Aires hasta su muerte fue muy fecunda en todos los géneros, aun-
que más allá de sus contribuciones a diarios y periódicos solamente se le
editaron dos libros de poemas, una narración y su necrológico de Stefan
Zweig. Legó una amplia obra inédita con temas de Sudamérica que fue lle-
vada a Alemania. Sus dos hijos se ocuparon después de publicar muchos
de ellos pero todavía hay obras de los años argentinos de Zech que espe-
ran ser dados a publicidad.
En sus últimos años el poeta se convirtió en mediador cultural, ante todo
a través de su colaboración con los Deutsche Blätter, la revista de marras,
editada en Santiago de Chile por Udo Rukser y Albert Theile desde 1943
hasta 1946. Zech fue su representante en Argentina y –no sin posicionarse
en beneficio propio– conectó a los editores con muchos de sus antiguos
amigos berlineses, que entonces vivían en el exilio, dispersos por el mundo.
Consideramos que la obra de Hübner aquí tratada y, como queda dicho
al comienzo, el entorno recreado por el autor para comprender cabalmente
el papel y el destino de Paul Zech, constituyen un hito de primer nivel para
la investigación de la literatura del exilio en la Argentina.
Regula Rohland