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              joven tío abuelo de nombre tan musical, tan wagneriano, tan alemán
              (Ibid: 17-18).

              Esa reconstrucción autobiográfi ca exhaustiva es el fruto de años de tra-
           bajo. En el capítulo de 2024 intitulado “Siegfried”, el autor explica cómo esa
           historia trágica se transforma en un legado familiar. En efecto, es a través
           de un viaje a Berlín realizado con su hermana y con su hija Juliette en 2023,
           “tras las huellas de los Buch” (Ibid: 18), y gracias a las averiguaciones pos-
           teriores de su hija, que el narrador pudo dar con más informaciones sobre
           Siegfried y otros miembros de la familia.
              La pregunta sobre el “deber de memoria” que aparece en este libro
           es, desde esta óptica, doble. Por un lado, la deconstrucción del mito en
           torno a uno de los artistas más reconocidos de Bariloche implica entender
           los pilares sobre los que Maes construyó su relación con la comunidad y
           reponer los huecos de su pasado. Por otro lado, rellenar esas lagunas im-
           plica indagar en la trayectoria de los alemanes que emigraron a Bariloche
           con el fi n de esclarecer el rol que jugaron en la Segunda Guerra Mundial y
           en el Holocausto. Adentrarse en el pasado es la premisa sobre la cual se
           asienta esta investigación ya que, como lo señala el narrador: “[p]ronto de
           esa historia solo quedarán los relatos, los documentos, los mitos, y los hijos
           como yo” (Ibid: 61). Es precisamente esa historia del hijo de un padre “judío
           alemán” (Ibid: 94); del nieto de sobrevivientes de la Segunda Guerra mun-
           dial y de la Shoah, pero también la del vecino y miembro de la comunidad
           de ascendencia alemana de Bariloche, la que el narrador se propone cues-
           tionar y reconstruir. El recorrido de Siegfried Buch se transforma así en otro
           eslabón dentro de una historia compleja que reabre una herida moral colec-
           tiva. En palabras del autor, se trata de comprender “cómo el nazi prófugo
           pudo transformarse en ‘un barilochense notorio’, un vecino reconocido y
           apreciado por sus conciudadanos” (Buch 2021: 160). El libro responde a
           un compromiso respecto a la verdad histórica, al mismo tiempo que asume
           una responsabilidad ética respecto de los habitantes de Bariloche.
              A medida que la investigación avanza, y especialmente en el tercer ca-
           pítulo de la versión de 1991 que lleva por título “Los dinosaurios”, Esteban
           Buch se interesa también en el pasado de otros habitantes de origen ale-
           mán instalados en Bariloche. Entre ellos, indaga sobre el pasado de “Juan
           Maler” –posteriormente, se descubrirá que ese era el alias utilizado por el
           ex nazi Reinhard Kops–, por aquel entonces dueño del hotel Campana y
           escritor de libros contra la conspiración de la francmasonería. El narrador
           precisa que, en uno de esos libros, Maler: “hace la alabanza de las S.S.,
           a las que compara con los Caballeros Templarios medievales” (Ibid: 63).
           Buch se detiene especialmente en Erico Priebke, presidente de la Asocia-
           ción Cultural Germano-Argentina de la que dependía el prestigioso Colegio
           Alemán “Primo Capraro”. El narrador afi rma que Priebke “no tiene proble-
           mas en contar que fue miembro del partido nazi, y que durante la guerra fue
           ofi cial de enlace de la embajada alemana en Roma” (Id). Leemos:

              Pero Priebke no cuenta todo. No dice que en esos años vistió el
              negro uniforme de las S.S., y que a fi nes de 1943 volvió a Alemania.
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