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Bibliotecas perdidas,
                      bibliotecas recuperadas.

                Peripecias de las bibliotecas de

                    los germanistas argentinos


                           LILA BUJALDÓN DE ESTEVES
                      Universidad Nacional de Cuyo-CONICET


          El perfil de los primeros estudiosos que se dedicaron a difundir la Literatura
          Alemana en nuestro país conforma un acertado muestrario de los distintos tipos
          de emigrantes de lengua alemana que recibió la Argentina desde el siglo XIX,
          tema abordado en forma exhaustiva e histórica por Anne Saint Sauver (1995).
            Casi la mitad de ellos tuvo orígenes judíos y junto a la cultura y lengua alemanas
          que cultivaban y enseñaban, se dedicaron paralelamente en las primeras décadas
          del siglo XX a impulsar instituciones que se situaban en zonas de contacto entre
          lo judío y lo argentino, como la Asociación Hebraica Argentina, en la que por ejem-
          plo Mauricio Nirenstein fue socio fundador y primer presidente, junto a su condición
          de pionero en el dictado universitario de Literatura Alemana (Bujaldón 2005: 25).
            La mayoría de estos docentes terminó sus días en el país de acogida, aunque
          hubo entre ellos también un caso de reemigración a Europa, como el de Werner
          Bock a Suiza en 1958 (Bujaldon 2003: 210), y otro de nueva emigración “aca-
          démica” a un país hispanoamericano, en la persona de Guillermo Thiele con su
          traslado en 1967 a la Universidad de Mérida en Venezuela, después de 30 años
          de vida en la Argentina (Bujaldon 2003: 1876).
            Más allá de Mauricio Nirenstein, cuya llegada a Buenos Aires procedente de
          Egipto en 1889 y entorno familiar se hicieron para la investigación muy difíciles de
          recuperar , el resto de estos emigrantes pertenecían a una burguesía más o menos
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          acomodada, donde la lectura y el estudio formaban parte indispensable de su
          formación y actividad. Incluso, quien llegara a la Argentina en 1910 destinado a
          expandir la actividad comercial familiar y con un flamante bachillerato aprobado,
          eligió seguir estudios universitarios en la Facultad de Filosofía y Letras de la Uni-
          versidad de Buenos Aires, donde se graduó en 1918. Se trata de Juan Carlos
          Probst, hijo de una familia de comerciantes de Nuremberg, que mantenía vínculos
          con la Argentina, de donde exportaba algunas materias primas necesarias para
          sus actividades comerciales. Por ello la casa de los Probst se había constituido en
          un consulado de nuestro país en aquella ciudad bávara (Bujaldon 2003: 1432).



          1    Paul Armony, especialista en genealogías judías de Buenos Aires, y el Museo de Moises-
          ville confirmaron el nombre del padre como Jacobo M. Nirenstein, fallecido el 4 de noviembre
          de 1889 y enterrado posteriormente en el cementerio de Moisesville, así como la suposición
          de la identidad de la madre, Raquel, fallecida el 24 de febrero de 1898 y enterrada en el
          Cementario de Disidentes de Buenos Aires. También P. Armony sugirió que tal vez el nombre
          original debió ser Moises, traducido usualmente como Mauricio.
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