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30 LILA BUJALDÓN DE ESTEVES
nos Aires (AEG) que atraía desde Alemania a empresarios, banqueros, ingenie-
ros y personal calificado para conducir esta gran empresa.
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Los emigrados forzosos entre 1933 y 1945: Werner Bock, Günther Ballin e
Ilse Masbach de Brugger pertenecen a los perseguidos raciales por el gobierno
nacionalsocialista (Bujaldon 2003, 2005). La Dra. Brugger, como así se la nom-
braba en los medios universitarios porteños y platenses, emigró en 1938 junto
a su esposo y sus padres ya ancianos, gracias a la ayuda de un benefactor
radicado en la Argentina. Previamente se había movido en vano entre Italia y
Austria para estabilizarse laboralmente. En la Argentina, pese a su formación
avalada por títulos universitarios, la Dra. Brugger pasó por ocupaciones diversas
para subsistir y finalmente, después de haber revalidado su título y haberse
naturalizado, logró la inserción definitiva y prestigiosa en la universidad, hecho
no muy habitual en esas décadas por tratarse de una mujer (Bujaldon 2003:
283). Por su parte, Günther Ballin entró ilegalmente al país junto con su esposa
desde Montevideo, donde habían llegado con una visa de turista (Bujaldon 2003:
82). En la Buenos Aires de 1939, con una normativa restrictiva en dramático
aumento respecto de la inmigración desde Europa, los esperaban familiares de
Käthe Levy, la esposa. Lentamente Ballin logró afirmarse en las instituciones
judías, como la Asociación Filantrópica Israelita, por la formación que había
recibido en Berlín en un prestigioso establecimiento sobre ciencias del judaísmo,
y en los primeros tiempos se mantuvo con trabajos ocasionales. Así como había
sucedido con el pasaporte, había sido despojado de su título universitario al salir
de su país, certificación que le costó mucho recuperar.
Werner Bock por su parte emigró con su esposa e hijo gracias a la permuta
legal de una tornería ubicada en Buenos Aires que hiciera con un conciudadano
decidido a repatriarse a Alemania, según lo permitían el gobierno nazi y argentino
(Unseld: 64). Ya iniciada la guerra, la pequeña familia debió separarse en el viaje
hacia la Argentina frente a las costas francesas. A la madre se le permitió con-
tinuar en el barco, al padre Werner y al hijo Ernst se los internó en el campo de
prisioneros llamado “Les Milles”. Poco tiempo después lograron continuar la
travesía interrumpida y pisaron suelo argentino en enero de 1940. Seguramente
que los libros que los acompañaban como la más valiosa herencia familiar se
les habían anticipado con Frieda, la esposa, y ya estaban en Buenos Aires
esperando su llegada. La asimilación de los Bock a la cultura alemana, confir-
mada incluso por la conversión del padre al protestantismo, diversifica aún más
el grupo de los judíos de habla alemana, emigrados durante el Nacional Socia-
lismo (Bujaldon 1980: 53).
Circunstancia común en la carrera profesional en Alemania de Guillermo
Thiele (Bujaldon 2003: 1878), Werner Hoffmann (Bujaldon 2003: 777) y Alfred
Dornheim (Bujaldon 2003: 399) fue su paso por la “Deutsche Akademie” de
Munich como docentes de alemán para extranjeros y luego, una vez llegados a
Buenos Aires entre 1935 y 1937, su posterior paso por la Institución Cultural
Argentino-Germana como profesores de lengua alemana.
3 Este es el caso por ejemplo del ing. Ch. A. Gorrisen y su esposa Angeline Krause, quienes
establecieron perdurables vínculos con la alta sociedad porteña y los alemanes residentes en
Buenos Aires entre 1910 y 1925.