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          puesta debemos tener presentes los principios de la nueva política cultural ale-
          mana en el exterior.
            Esa política estaba signada por aspectos estrechamente relacionados con las
          consecuencias del Tratado de Versalles y el aislamiento internacional de la Repú-
          blica de Weimar. Esta situación es precisamente la que llevó a la joven República
          a revalorizar la política cultural exterior y a adjudicarle sus nuevas funciones. Tal
          circunstancia había limitado el campo de acción de Alemania en los ámbitos de la
          producción industrial, comercio exterior, etc. Sólo en el entorno de la política cul-
          tural exterior conservó una mayor libertad de movimiento. Además de los alemanes
          residentes en el exterior, los destinatarios de esta política eran los socios extran-
          jeros, especialmente aquellos que habían permanecido neutrales durante la guerra,
          como Argentina o México. Las élites políticas y sociales de Weimar estaban con-
          vencidas de que una buena exposición de los avances culturales y una política
          cultural llevada a cabo con empatía pero de lineamientos claros lograrían restable-
          cer vínculos y renovar viejas simpatías y de este modo preparar el camino para una
          recuperación política y económica de una Alemania humillada . Es por ello que la
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          política cultural llevada adelante no era un fin en sí mismo, sino un medio para
          escapar del aislamiento que le habían impuesto los vencedores. Un aislamiento tal
          que hasta la ciencia alemana fue boicoteada por los aliados (Schröder-Gudehus,
          1966). Hasta el año 1926 Alemania estuvo oficialmente excluida de todas las orga-
          nizaciones científicas y universitarias así como de sus reuniones y eventos inter-
          nacionales, circunstancia que Argentina criticó desde el primer momento y que
          Brasil, aún habiendo sido enemigo, también reprobó (ibid.; Reinbothe 2006).
            Se podría suponer que en este contexto Córdoba contaba con un buen punto
          de partida para ser parte de este renovado interés por el intercambio científico
          con Alemania, teniendo en cuenta que llevaba décadas albergando a científicos
          alemanes en sus instituciones. Pero, como dijimos, no hubo ningún indicio de
          querer restablecer las relaciones entre Córdoba y Alemania. A continuación
          trataré de explicar el porqué de esta situación.
            Ya antes de la guerra y más aún después, la política exterior alemana y en
          consecuencia también la política cultural se centró en desafiar lo que hacía al
          respecto su rival Francia . Y es que Francia, tenía una importancia decisiva para
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          la política interna de Alemania. No sin razón, después del Tratado de Versailles,
          Francia era vista por los alemanes como la principal causa de su opresión política
          y económica. Francia también se presentaba como el principal competidor en el
          plano cultural, en especial en la Argentina de la posguerra con sus élites sociales
          e intelectuales francófilas y en parte francófonas. Pero desde el punto de vista
          de la cultura, la presencia francesa se centró prácticamente en Buenos Aires.
          Este es el motivo más importante por el que las medidas alemanas se concen-
          traron en Buenos Aires y no en Córdoba: se trataba de una confrontación directa
          con Francia para ganar un espacio en la capital y no en el interior del país.



          13   Este aspecto es acentuado por Rinke 1996, T. II: 413 y passim, más que por Trommler
          2014: 290ss, en especial 300-311. Véase también Rinke 1997: 378.
          14   Un ejemplo elocuente de la rivalidad franco-alemana en el ámbito de la política cultural
          antes del estallido de la Primera Guerra Mundial ofrece Daughton 2008. (Agradezco esta
          referencia a Ben Bryce).
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