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NACIONALSOCIALISTAS ANTIHITLERISTAS             87



              que respondían al régimen imperante en Alemania (SF, 21/12/1935; 4-5) . Tam-
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              bién resultaron habituales las notificaciones sobre las persecuciones a las que
              se veían sometidos los integrantes del Frente Negro por parte del partido nacio-
              nalsocialista de la Argentina (SF, 23/11/1935: 1; SF, 1/2/1936: 5).
                 El Frente Negro no se definía como un partido ni una asociación, sino como
              “una alianza secreta de luchadores alemanes de todos los partidos”. Esta imagen
              de la heterogénea composición del movimiento muestra la voluntad de sus inte-
              grantes de realizar una amplia convocatoria que incluía a diversos sectores de
              la izquierda alemana. De hecho, el Frente Negro apeló a los “alemanes de Sud-
              américa” a conformar un “frente de unidad de la alemanidad en el exterior” para
              lograr un “nuevo orden de justicia social, derrocar al sistema capitalista y cons-
              truir el socialismo alemán”, objetivos que solo serían posibles “con la destrucción
              del sistema de Hitler” (SF, 9/10/1935: 4).
                 La presencia del Frente Negro en la Argentina generó diversas reacciones
              entre el todavía incipiente movimiento local germanohablante de oposición al
              nacionalsocialismo (Friedmann 2014: 78-108). En septiembre de 1932, el Argen-
              tinisches Tageblatt (AT) –que mostró una férrea oposición al nacionalsocialismo
              incluso antes de su arribo al poder– desconfiaba de la capacidad de los integran-
              tes del Frente Negro para emprender “actividades constructivas” y los definía
              como unos “desarraigados que saltaban de partido a partido” (AT, 4/9/1932). Sin
              embargo, a comienzos de 1934, apareció en el periódico una nota que planteaba
              la necesidad de incorporar aquella organización nacionalsocialista disidente a un
              frente común antihitleriano (AT, 4/1/1934). En noviembre de 1935 el AT publicó
              un reportaje realizado a Bruno Fricke, por entonces recientemente radicado en
              Buenos Aires. La entrevista, que presentaba al director de la sección sudameri-
              cana del Frente Negro como la “persona más adecuada” para liderar a la “frag-
              mentada emigración”, contó con una introducción que resaltaba la necesidad de
              encontrar un camino para lograr “la reunificación de la alemanidad” a través de
              una defensa común contra los métodos de Hitler. El autor exhortaba a los emi-
              grantes a tomar posición ante la tesis de Fricke y ponía las páginas del periódico
              a disposición de los lectores para iniciar esa “necesaria discusión” (AT, 3/11/1935).
                 Las repercusiones de esta propuesta fueron variadas. Peter Bussemeyer
              (quien escribía artículos sobre la situación europea en los que alternaba sus
              simpatías entre las posiciones de quienes se definían como socialistas de
              izquierda y los disidentes nacionalsocialistas) no veía ningún inconveniente en
              conformar una amplia alianza contra Hitler que incluyera al Frente Negro
              (Schoepp 1996: 98-99). Por el contrario, otros redactores del periódico, como
              Alfred Dang (quien pocos años después tendría una destacada militancia antinazi
              en Das Andere Deutschland) y el prestigioso escritor alemán Paul Zech recha-
              zaron con vehemencia la incorporación de los nacionalsocialistas disidentes a
              una alianza opositora del “exilio democrático” (AT, 10/11/1935: 5).



              3    Se denunció la destrucción de la Volksgemeinschaft de los alemanes de Chile y la infiltra-
              ción en las escuelas de habla alemana de Paraguay y Río Grande do Sul, a la que se respon-
              sabilizaba del despido de “miles de maestros alemanes”, pues la propaganda racista difundida
              en las escuelas subvencionadas por el Reich habría llevado a implementar una ley que auto-
              rizaba a impartir clases exclusivamente a los docentes brasileños.
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