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            Si bien la redacción del AT supo desde un principio que el escrito enviado por
          Jürges al presidente Ortiz era un fraude, el diario continuó informando sobre los
          supuestos preparativos de una invasión alemana a la Patagonia: más que como un
          medio de prensa, el periódico actuó como un órgano de combate, cuyo principal
          objetivo durante el escándalo patagónico consistió en lograr la prohibición de las
          organizaciones nacionalsocialistas de la comunidad alemana (Friedmann 2010: 92).
          En un clima radicalizado por el “affaire de la Patagonia”, el Poder Ejecutivo dictó, el
          15 de mayo de 1939, el decreto número 31.321, que restringía las actividades polí-
          ticas de los extranjeros y establecía la “argentinización” de todas sus asociaciones.
          Con “el fin de asegurar la integridad espiritual de la nación” estipulaba que las
          sociedades extranjeras no podían depender más de gobiernos u organizaciones
          foráneas, ni recibir subvenciones de ninguna índole del exterior, con la única excep-
          ción de aquellas que estuvieran destinadas a realizar actividades de beneficencia.
          Además, prohibía a estas instituciones la utilización de distintivos, enseñas o himnos
          que no fueran argentinos y les exigía que sus estatutos estuvieran únicamente
          escritos en lengua castellana. Esta disposición implicó la inmediata prohibición de
          las distintas organizaciones dependientes del partido nacionalsocialista y provocó
          una fuerte condena por parte del embajador alemán, que la calificó de respuesta a
          una “infame campaña difamatoria” orquestada por los enemigos del Reich.
            Las denuncias sobre las actividades de “infiltración nazi” también instalaron un
          intenso debate en la opinión pública que se trasladó al Congreso nacional. En junio
          de 1941 comenzó su trabajo la Comisión Investigadora de Actividades Antiargen-
          tinas con el objetivo de investigar organizaciones e individuos “cuyas ideologías y
          métodos sean contrarios a las instituciones republicanas y a nuestra soberanía”
          (Friedmann 2010: 101). Una vez finalizada la primera parte de su investigación la
          Comisión elaboró cinco informes que revelaron la continuidad de diversas organi-
          zaciones nazis que, pese a la prohibición impuesta por el decreto de mayo de 1939,
          habrían seguido desempeñándose de manera encubierta como “células antiar-
          gentinas en acción”, y detallaron sus estructuras (Friedmann 2009: 203). Gran parte
          de las investigaciones realizadas por la comisión parlamentaria se basó en los
          informes elaborados por integrantes de Das Andere Deutschland, tanto en el AT
          como en su propia revista, y en la publicación de Informaciones para la prensa
          sudamericana. Sin embargo, no fueron éstos sus únicos informantes. Tanto Bruno
          Fricke como Heinrich Jürges ofrecieron a aquella comisión la mayor parte de sus
          datos sobre las actividades clandestinas realizadas por los nacionalsocialistas en
          la Argentina, y el Frente Negro en su conjunto suministró numerosos testigos que
          declararon ante aquella institución parlamentaria (Bisso 2005: 110).



          El declive de Alemania Libre

          Apenas arribado al continente americano Otto Strasser fue percibido como un
          símbolo de los alemanes opuestos al nacionalsocialismo, como alguien digno
          de admirar por haber arriesgado la vida para salvar a su patria de las “garras del
          totalitarismo”. Tan grande fue su aceptación que contó con una columna bise-
          manal en el periódico The Gazette de Montreal y la compañía Warner Brothers
          adquirió los derechos para dramatizar sus peripecias del exilio. Además, sus
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