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ALWINA PHILIPPI DE KAMMERATH 17
una formación profesional en Alemania, volviendo después para vivir en la Argen-
tina. Alwina Philippi de Kammerath murió con 96 años en Villa Cañás, Santa Fe.
De sus hijos, Alwin, que trabajaba en ferrocarriles argentinos, no tuvo des-
cendencia. El menor, Germán Carlos Augusto Kammerath (Hermann), casado
en La Rioja, tuvo hijos, así se conservó en la Argentina el apellido Kammerath.
Las hijas Berta, casada con Gerardo Gietz y María, con Carlos Jürgens, rega-
laron a Alwina varias nietas y nietos. La tercera, Augusta, se casó con Richard
Priefer, mencionado solamente en la postdata del texto editado, y no tuvo des-
cendencia. De los hijos y yernos, el escritor Elsner menciona en conexión con
eventos culturales a Gerardo Gietz (1932: 94), que era miembro fundador, en
1893, de la Sociedad de Canto Lyra (ibid. 256). Cuando luego de extinguirse
temporariamente a fines de siglo, la sociedad volvió a fundarse, A[lwin] Kamme-
rath figuraba en la Comisión Directiva de la sociedad y su mujer Käthe formaba
parte de la comisión de damas (ibid. 269).
Las memorias de Alwina Philippi conservan algunos datos significativos. Ante
todo, algunos detalles sobre el aspecto de la ciudad de Rosario, que no tenía
más que cinco cuadras pavimentas y tenía las veredas tan altas que, para bajar
a la calle, había que agarrarse de un palo puesto en la esquina para ese propó-
sito; conserva el nombre de un fotógrafo alemán, Antonio Rabe, probablemente
Rave, que según dice hizo las primeras fotos urbanas (las primeras que se
conocen, las publicó en un álbum de 1866 el fotógrafo Alfeld); y comunica una
nueva versión de la historia de la exhumación del farmacéutico de Esperanza,
Carlos Kleiber Gietz, que murió en enero de 1879.
El texto de las memorias llegó al Centro DIHA de manos de una parienta de
la autora. Se trata de una traducción al castellano, realizada por la bisnieta Lola
Gietz de Lange. Sería precioso conocer el original alemán, que todavía no pudi-
mos rastrear. La traducción se comprende muy bien, pero a nivel expresivo
denota conocimientos modestos del arte de la traducción.
Las memorias de Alwina Philippi se editaron parcialmente en la Revista de
historia de Rosario XIV/28 (1976). El editor de la revista, Wladimir C. Mikielevich
probablemente era responsable por ese texto. Usó para esa edición la misma
versión traducida por la bisnieta, presentándola sin embargo ampliamente corre-
gida. Las coincidencias no alientan a pensar en una traducción independiente,
pero se introdujeron demasiados cambios como para señalar las variantes. Los
cambios hacen un texto más elegante, elevando en muchos pasajes el estilo
para embellecerlo . Esta edición parcial muestra que, con cambios relativamente
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simples se logra un estilo más ameno. Sin embargo, nuestra metodología aca-
démica no permite este tipo de cambios, que son libertades frente al texto y
6 Marcamos, allí donde comienza la edición de Rev. Rosario, por unas pocas líneas los
cambios introducidos, que embellecen y hacen más culto el estilo, conservando por lo gene-
ral el sentido. Ante la cantidad de cambios, lo adecuado serían dos textos paralelos que
permitieran disfrutar la reelaboración de la traducción. Los cambios se extienden a aclarar
algunos detalles, como en el pasaje sobre la luz que necesitaba Luis Kammerath para realizar
su trabajo de encuadernador (aquí nota 44) e incluyen lecturas erróneas, como la que mani-
fiesta la nota 42: el corrector entendió que había galpón y casa, pero la narración habla del
uso del galpón como casa.