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RECUERDOS DE MI NIÑEZ Y JUVENTUD 43
casamiento, pero no podían perder tan buena ocasión para viajar. En noviembre
se celebró la boda y viajaron a Santa Fe y otras partes en vapor. A su regreso
retomó Berta las riendas del hogar y nos cuidaba, también a Alwin y a mí, así
que yo podía dar con tranquilidad mis lecciones y Alwin concurrir a su empleo
del ferrocarril. De Alemania comenzamos a recibir noticias, siempre buenas: los
chicos estudiaban bien y Hermann ingresó en el Politécnico. Después tuve la
inmensa alegría de recibir a mi primera nietita, Bertita, a quien siempre tenía en
mis brazos. Al año se mudó el joven matrimonio a una casa que había edificado
un amigo de Gerardo, y se sintieron muy felices por esto. Desgraciadamente
esta dicha no les duró mucho tiempo. A uno de los hermanos de Gerardo le fue
mal en los negocios y se encontró con que no podía mantener a la madre y
hermanos menores. Entonces mis hijos, como ya estaban en condiciones, com-
praron una quinta con una casa muy cómoda y vivieron juntas las dos familias.
Para entonces ya tenía yo dos nietas, las que me daban mucha alegría, y había
comprado una quinta, con una modesta casita, a una cuadra de la que poseían
los Gietz, arriba en las barrancas del Paraná, con una hermosa vista de Rosario,
donde el río hace una gran curva.
En el año 1886 recibí un cablegrama de tía Viktoria Gervinus, de Alemania,
lo que era un acontecimiento en esa época, pidiéndome que fuera a Alemania
y avisándome que ella ya había pagado el pasaje en barco. La sorpresa y la
alegría fueron muy grandes al pensar solamente que volvería a ver mi patria.
Tuve muy buena travesía y enseguida no más fui a Bonn y a Heidelberg y pude
ver a mis tres hijos, a tía Viktoria, a mi querida amiga, señora de Post. Pasé una
hermosa temporada con mis queridos. Después de casi un año me despedí de
todos ellos, especialmente de Augusta y Hermann, y viajé de vuelta con Marie-
chen; con mucha alegría fuimos recibidos aquí por todos. Como Elisabeth y
Babette se habían casado, los Gietz volvieron a la ciudad. En casa de ellos
conoció Mariechen a su futuro esposo, Carlos Jürgens, que no era pariente del
amigo de Gerardo. Su boda se realizó en casa de Berta. Todos eran muy felices
y los nietos aumentaban sin cesar. Lamentablemente, Dios se llevó a dos varon-
citos y fue un gran dolor para nosotros.
Alwin, que mientras tanto había ganado la lotería, aprovechó la ocasión para
viajar a Alemania, y en Berlín conoció a su esposa Käthe. Los casó el pastor
Dryander, quien había confirmado a su esposa. Cuando escuchó el nombre de
Kammerath, dijo: "Yo tuve una confirmante en lo del pastor Mallet, con ese ape-
llido, y se llamaba Berta", a lo que contestó Alwin: "Es mi hermana". El pastor
Dryander había estado en Bonn y luego había sido trasladado a Berlín. Con los
jóvenes esposos regresó también Augusta. Hermann se quedó para proseguir
sus estudios. Les preparamos un lindo recibimiento e invitamos a muchísimos
amigos, hubo teatro, canciones cómicas, etc., todo preparado por Berta y su
amiga Mía Tillmann , actuando ella y los chicos.
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En la quinta de Alberdi hice construir una linda y nueva casa, en la que reci-
bía con alegría a mis hijos y nietos. Teníamos un burrito llamado Tony, que
acudía en cuanto se lo llamaba, y era montado con gran placer por los chicos,
82 El nombre Tillmann no se encuentra en Elsner 1932, ni en el álbum Diers 1940.