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118 ROBERT KELZ
en Argentina. El Teatro Alemán Independiente rápidamente pasó a depender del
nuevo hombre de Bonn.
La situación de Ludwig Ney también había cambiado dramáticamente a par-
tir de la finalización de la guerra. Fue un golpe duro para el teatro nacionalista
cuando Argentina rompió relaciones diplomáticas con la Alemania nazi en 1944.
Según su hija, Cornelia Ney, el elenco de Ludwig Ney fue prohibido durante tres
años (Entrevista C. Ney, 2009). No encontramos pruebas oficiales para confirmar
sus declaraciones, pero es cierto que desde 1945 hasta 1948 no hay ningún
registro de actuaciones realizados por su grupo. Además, la pérdida de fondos
de la embajada alemana y de la organización Kraft durch Freude le hizo mucho
daño al teatro. El Teatro Alemán Independiente había intensificado la lucha con-
tra Ney al tomar el control del teatro El Nacional, al competir contra él en los
medios nacionalistas y al contratar a los miembros de su conjunto.
En medio de tantos desafíos, a partir de 1948 Ludwig Ney renovó su coalición
con los nacionalistas alemanes en Argentina. Apostó por el repertorio nacionalso-
cialista y la teoría del drama fascista para mantener la lealtad de los medios con-
servadores y los aficionados al teatro, así como para atraer a los emigrantes de la
posguerra. No presentó ni una obra prohibida en la Alemania nazi y, aunque los
planes para una visita de Emil Jannings no se materializaron, Ney trabajó con emi-
grantes de la posguerra como Steven Wiel, Arpad Bubik, Angelika Hauff y Zeta
Szeleczky, actriz húngara y premiada en el Festival de Cine de Venecia de 1941
(véase Freie Presse [FP] 1/2/1948). El Freie Presse, sucesor del Deutsche La Plata
Zeitung, y la revista fascista Der Weg, que fue prohibida en Alemania y Austria,
hicieron reportajes sobre el grupo. En la editorial neonazi Dürer, que publicaba Der
Weg, se vendían las entradas para sus espectáculos. Ney contribuyó con varios
artículos en esa revista. También escribían en ella autores nazis como Johann Leers,
Mathilde Ludendorff, Hans-Ulrich Rudel, y Reinhard Kopps (alias Juan Maler).
Las reseñas de las representaciones dramáticas de Ney durante este período,
como por ejemplo Maria Stuart en 1948, son análogas a las reseñas que apa-
recieron durante la Segunda Guerra Mundial. Particularmente en esos tiempos
de destrucción moral y material, postulaba el Freie Presse que las audiencias
anhelaban la catarsis de los Clásicos: "Schiller es el autor de nuestros tiempos.
Su fuego poético vigoriza a quienes, cansados y destrozados, contemplan las
ruinas de sus hogares y de sus ideales" (FP 26/6/1948). Del mismo modo, al
borde de una apología del nacionalsocialismo, Der Weg interpretó el drama
"contemporáneo" de Schiller como un merecido oprobio de los juicios de Nurem-
berg (Der Weg, agosto 1948). El Freie Presse y Der Weg aprovecharon las actua-
ciones para promover sentimientos de nacionalismo y resentimiento contra la
ocupación de Alemania por los Aliados.
Ludwig Ney se negó a reconciliarse con la colonia antifascista y a colaborar
con la nueva Alemania de la posguerra. Al contrario, perpetuó un concepto
política y étnicamente insular para sostener su teatro. Era la misma táctica que
había empleado durante el nazismo, pero esta vez sin financiación del gobierno
alemán. Aunque con estas alianzas nacionalistas su compañía logró sobrevivir,
con la apertura de la embajada de Alemania Occidental en Buenos Aires en
1952, Ney empezó a dudar de la viabilidad de esta estrategia. Su nueva prioridad
sería ganar el apoyo de Bonn.