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          además la diversificación de su producción instalando un ingenio azucarero . Junto
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          con esta última fueron las dos empresas que se destacaron en las ventas de tanino
          y rollizos de quebracho a Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos, eliminando
          toda competencia y concentrando la venta al exterior de estos productos. Solo el
          10 % de la producción de tanino era absorbida por el mercado argentino (Zarrilli
          2004a: 260). Hubo algunos empresarios alemanes que fundaron fábricas de tanino,
          pero tenían un papel menos preponderante en la industria (Haas: 1925: s. p.).
            Una tendencia similar se aprecia en la tenencia de tierras. Así, la mayoría de
          las tierras privadas estaban en manos argentinas, francesas y británicas, pero
          también había, especialmente en el este y suroeste del Chaco, algunas estancias
          de considerable extensión que pertenecían a alemanes y descendientes de
          alemanes y suizos: Arning, Haase, Hagemann, Harteneck, Walter Hinckeldeyn,
          Julius Hosmann, Dr. Kade, Kurt Lichtenstein, Melber, von Rentzell, Seeger, Türk
          (socio de Stinnes), Otto y Guillermo Welbers, L. E. Zuberbühler y J. C. Zuber-
          bühler – por nombrar solo a algunos de los propietarios o administradores más
          importantes, que más adelante aparecerán en otro contexto. También cabe
          mencionar La Chaqueña, una empresa franco-suiza con extensas superficies
          de tierras. Todos ellos estaban involucrados en la explotación forestal y el tanino,
          pero sus intereses se centraron también en la ganadería extensiva, mientras que,
          a diferencia de los latifundios de las provincias del centro de Argentina, estaban
          mucho menos interesados en la agricultura .
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            Como veremos, la gestión de algunas de estas estancias y la actividad comer-
          cial de las grandes compañías experimentaron algunos cambios estructurales
          importantes en la posguerra . Después de la Primera Guerra Mundial, el Chaco,
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          al igual que la Patagonia, tenía, además de la propiedad privada, enormes áreas
          de tierras estatales sin mensurar, que se extendían principalmente al norte y al
          oeste. Con una superficie de aproximadamente 1,5 millones de hectáreas repre-
          sentaban alrededor del 15% de la superficie total del Territorio Nacional del
          Chaco. Hasta la segunda mitad del siglo XIX, estas áreas pertenecían al hábitat
          de los aborígenes, los tobas, que fueron desplazados a reservas ubicadas al
          norte. Estas áreas jugaron un papel decisivo en la colonización alemana.
            En el desarrollo y la explotación capitalista orientada a la exportación en el
          Chaco, como ya se ha indicado, el ferrocarril desempeñó un rol fundamental en
          el transporte de sus productos, que de otra manera habría sido imposible de
          realizar en un terreno frecuentemente fangoso y en caminos no pavimentados.
          El advenimiento del ferrocarril fue decisivo para el desarrollo de una economía
          próspera y un cambio demográfico importante en el Territorio. La construcción
          de la red ferroviaria fue impulsada no solo por el Estado, sino también por la
          inversión privada que conectó el Chaco a la red ferroviaria desde el sur: la línea
          estatal se extendía desde Santiago del Estero pasando por Añatuya, Gancedo,
          Charata, Avia Terai hasta Quimilí. Entre 1907 y 1914, la Compañía Francesa de



          8    Stichel 14/3/1923: 3s., v. arriba nota 5; Carlino y Carrió 2012: 57.
          9    "Aufteilung von Privat-Latifundien im Chaco-Territorium". AT 7/5/1925; Aviso "Verkauf von
          Ackerland im Chaco, Kolonie Quebrachales Fusionados". AT 28/4/1925; Stichel, 14/3/1923:
          6s. BArch R 1501/101715a (v. arriba nota 5).
          10   Un artículo de La Nación del 19/7/1925 se refiere específicamente a este tema.
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