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LOS WEIL Y LOS STAUDT, ENTRE ALEMANIA Y ARGENTINA   31



               en las zonas de cultivo de granos directamente a los agricultores o a los
               intermediarios, los llamados acopiadores (ibid.: 155). Estos actuaban du-
               rante todo el año como prestamistas de los agricultores que necesitaban
               créditos para la siembra, la producción y la cosecha. Este sistema favorecía
               a los acopiadores y perjudicaba a los agricultores, que debían aceptar los
               precios propuestos por aquellos. En la mayoría de los casos los agriculto-
               res dependían de los pagos por adelantado porque no tenían suficientes
               fondos líquidos para pagar los costos de salarios y transporte relacionados
               con la cosecha. Por lo tanto, se vendía una parte de la cosecha antes de
               la recolección a un precio fijo o se acordaban contratos especiales, deno-
               minados contratos a fijar-precio, en los que el agricultor se comprometía a
               vender una determinada cantidad a un precio que se fijaba en el momento
               de la entrega en función de los precios de las bolsas de comercio (ibid.:
               156). En el caso del pago directo, el exportador recibía un descuento por
               riesgo del 1 al 2% sobre el precio diario para protegerse contra la posible
               pérdida de la mercancía debido a las condiciones meteorológicas, el robo
               o la apropiación indebida (ibid.: 157).
                  Aunque el agricultor cubría sus costos a través del cobro de pagos ade-
               lantados, tenía poca influencia en la fijación de precios. Además, los expor-
               tadores como Weil Hermanos tenían otro medio de ejercer presión, ya que
               se hacían deducciones de precios por la mala calidad, que se establecía
               mediante un muestreo aleatorio. Como el grano se almacenaba en sacos
               de yute a la vera del camino, prácticamente sin protección, después de la
               trilla, las condiciones climáticas desfavorables podían a menudo reducir la
               calidad de la mercancía (ibid.: 156-157). Esto iba en perjuicio de las condi-
               ciones de trabajo de los agricultores y los trabajadores de la cosecha, que
               a menudo eran inmigrantes de origen italiano. La competitividad de Weil
               Hermanos y otros se basaba en la presión sobre los precios de compra, ya
               que los costos de producción eran relativamente altos. Durante la huelga
               en 1912, los arrendatarios exigieron alquileres más bajos, reducción en las
               tarifas de carga de las compañías de ferrocarril, menores precios para los
               sacos y reducciones de impuestos, ya que el alto costo de la vida se había
               vuelto insoportable para los inquilinos (Deutsch-Argentinischer Centralver-
               band 1912: 23).
                  Pero no fue solo la práctica comercial lo que condujo al éxito del mode-
               lo de negocio de la empresa. El producto comercial en sí también fue una
               innovación que Weil Hermanos introdujo en Argentina. Weil Hermanos co-
               merciaba con nuevas clases de trigo que había cultivado en experimentos
               científicos el agrónomo alemán Albert Boerger en su estación experimental
               en Uruguay. Las nuevas variedades de trigo alcanzaron un rendimiento en-
               tre el 30 y el 40 % superior de a las variedades convencionales. Además,
               la variedad “Barletta” producía mayor rendimiento en las zonas de cultivo
               en el Río de la Plata que en Alemania, debido a condiciones climáticas y
               de suelo favorables (Boerger 1921: 105). Para garantizar esta alta calidad
               del trigo adquirido, Weil Hermanos ofrecía el grano en función de su peso
               específico, una práctica poco habitual en Argentina hasta entonces. En el
               caso de la variedad Barletta, por ejemplo, el peso natural se situó entre 78 y
               80 kilos por hectolitro, y para garantizar la calidad de la cosecha, Weil Her-
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