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           tra la idea de una ruina y sí de que la empresa liquidó luego de cumplido el
           plazo establecido, las palabras de Gori:

                 El cometido fundamental de la empresa estaba cumplido: pobló las
                 tierras de acuerdo con el contrato suscripto con el gobierno de la
                 provincia, cobró el tercio durante cinco años, entregó concesiones
                 de veinte cuadras cuadradas a quienes tenían derecho, y con las tie-
                 rras que aún le restaban –que eran valiosas– inició una nueva etapa
                 vendiéndolas al contado o a plazo. Dejó de ejercer una especie de
                 tutela sobre las familias inmigrantes, que ya formaban la más impor-
                 tante colonia agrícola de su época en la provincia de Santa Fe y en
                 el ritmo general de las poblaciones. San Carlos cobró vida propia
                 ordenada dentro de las instituciones políticas y sociales del país. Y
                 es por eso que 1864 marca una fecha signifi cativa tanto dentro del
                 destino de la colonia como de su organización, y esa fecha concuer-
                 da, lógicamente, con todos los apuntes dejados por sus directores.
                 La vida y el panorama de la colonia tienen hasta ese entonces un
                 atractivo especialísimo, porque asistimos a través de los documen-
                 tos al nacimiento de una agrupación de trabajo campesino, cuyas
                 tradiciones aún infl uyen en vastas regiones del país. Hasta la partida
                 de Beck Bernard con destino a Suiza en 1864, pareciera encerrar
                 un símbolo para la colonia donde Vollenweider escribió sus apuntes
                 (Gori 1958: 17).
           La relación de Beck con San Carlos, terminada su responsabilidad contrac-
           tual, culmina cuando transfi ere sus derechos a la Empresa Colonizadora
           Suiza de la Provincia de Santa Fe, vende sus propiedades , cede a los colo-
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           nos las parcelas comunes y regresa a Suiza en 1864, dejando apoderados.
           Si bien hay que reconocer que aunque no se pueda hablar de ruina, para
           Beck la patriada inmigratoria no culminó con el éxito esperado que segura-
           mente era la generación de fortuna personal y que habrá sido la motivación
           para el sacrifi cio de venir a radicarse por tantos años en estas tierras tan
           “salvajes”. Pero donde puso sin embargo toda su responsabilidad y celo
           para asegurar un éxito a todo costo. San Carlos tuvo un futuro promisorio
           gracias a la inteligencia y celo puesto en juego por su fundador, lo que es
           dable observar leyendo con atención la detallada cantidad de datos que
           consignó en sus apuntes, fruto de las atentas acciones y observaciones
           realizadas durante las periódicas visitas a la colonia.
              Su responsable desempeño no fue pasado por alto en las apreciacio-
           nes de magistrados locales, lo que explica que fuera recompensado por
           decreto 6242, del 4 de noviembre de 1864, del mismo Presidente Bartolo-
           mé Mitre, al nombrarlo Agente de Inmigración argentino en Suiza, teniendo
           que fi jar residencia en el Cantón de Vaud y otorgándole una compensación

           5  No todas. Porque todavía a fi nes de siglo la empresa Beck Herzog seguía teniendo tie-
           rras en la provincia. En un archivo hallable en el Archivo Histórico Provincial constan las
           tratativas que tanto Beck como la viuda de Herzog, y luego las hijas herederas del mismo
           Beck al fallecer en 1900, mantuvieron con el gobierno por tierras de su propiedad (Crolla
           en Beck, 2015: 36-37).
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