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38                   LILA BUJALDÓN DE ESTEVES



          estas librerías incorporan también el servicio de una biblioteca circulante que ofrece
          préstamos domiciliarios por un muy módico precio a los recién llegados que ansían
          seguir leyendo en alemán. Nombremos por ejemplo al Hilfsverein deutsch-spre-
          chender Juden (AFI). Esta institución surgida para paliar las necesidades de los
          miles de judíos alemanes recién llegados, junto a los cursos de español, la bús-
          queda de vivienda y el asesoramiento legal, fue también formando una biblioteca
          circulante sobre la base de donaciones que ya en 1945 sumaban los 5.000 ejem-
          plares. Hoy, según recientes informaciones, se halla en el Hogar de Ancianos Adolfo
          Hirsch de San Miguel, junto al archivo del AFI, en vías de digitalización .
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            El autor Robert Schopflocher (1927-2016), emigrado muy joven, recuerda
          además, junto a las librerías alemanas ya mencionadas, unas 20 editoriales
          existentes en aquella “isla cultural”, como él la llama, oasis que forjaron en Bue-
          nos Aires los emigrantes judíos de habla alemana, pero que hoy han desapare-
          cido (Schopflocher 2012: 43).
            Pero en aquella década Bock pudo hacerse no solo de algunas ediciones
          antiguas primorosas, que reproducían en algún punto la atmósfera de la biblioteca
          familiar, sino comprobar con satisfacción en aquellas librerías la accesibilidad a
          todos los libros estigmatizados por la censura nacional socialista. Además des-
          cubrió la existencia de verdaderos libreros, hombres de oficio, que vendían tanto
          obras en alemán como traducciones a ese idioma de una vasta producción mun-
          dial. ¿Se referirá al anticuario Pablo Keins con su local de la Galería Witcomb de
          calle Florida o a la librería Pigmalion donde aconsejaban a sus clientes, entre ellos
          a Borges, Lily Lebach, Horst Stephan y Alberto Manguel en la calle Corrientes?
            Podríamos resaltar que según el estudio de Münster (2011: 158) sobre las
          librerías de judíos alemanes surgidas en la Buenos Aires de la época, también
          hubo excelentes mujeres dedicadas al oficio, como Trude Keins, Edith Silber,
          Viviana Steinberg, Edith Zanders, la antes mencionada Lily Lebach, entre otras
          que continuaron emprendimientos familiares o los iniciaron ellas mismas.
            Luego de casi veinte años de vivir en la Argentina, Werner Bock regresó a
          fines de 1958 definitivamente a Europa, más precisamente a la Suiza italiana.
          Desde 1950 había comenzado a realizar viajes al viejo continente, se había
          reencontrado con la ciudad natal y había entrado en contacto con ámbitos cul-
          turales y sociales de posguerra que le habían ofrecido paulatinamente un lugar
          como escritor y como intermediario de la Argentina. Sin dudas que la posibilidad
          de tener el papel de intelectual reemigrado, a la vez que de conocedor de la
          literatura argentina contemporánea, deben haberle sido muy atractivos en el
          marco de un espacio europeo multicultural, como él consideraba a la Suiza de
          entonces.
            Al retornar, lo hizo también con su “nueva” biblioteca, cercana a los 2.000
          libros, momento en que seguramente los inventarió. Existe una copia de dicho
          inventario en el Deutsches Literatur Archiv de Marbach , donde está depositada
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          la mayor parte de su legado.


          17   En un correo electrónico del 9 de marzo 2015 la secretaria, Mercedes Olmedo, me informó
          sobre la digitalización del archivo.
          18   Lista de sus libros con la signatura : “Verschiedenes , Aufstellung der Bibliothek, Zugangs Nr.
          89.25.16”.
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