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RECUERDOS DE MI NIÑEZ Y JUVENTUD 27
también estudiaba canto con él, lo invitó, juntamente con sus alumnos, a una
reunión en palacio.
Yo fui buscada por el coche de la corte y, en Palacio, el jefe de ceremonial
me enseñó cómo debía saludar a la reina, lo que me pareció muy raro. Como la
reina se dio cuenta que yo era muy tímida, me abrazó y besó y así me infundió
confianza. Se ejecutó música y canto, después se sirvió la cena en mesitas para
cuatro personas; así pasamos una maravillosa noche que quedará siempre en
mi recuerdo.
Nehrlich tenía dos hijas, de las cuales la mayor, mi querida amiga, era muy
delicada. Un día estaba como muerta, y, en presencia del médico, fue puesta
en el ataúd y todos nosotros hicimos la guardia; la hermana menor pidió que
levantaran por última vez la tapa del féretro, porque le quería dar un beso de
despedida. Cuando fue levantada la tapa observó que la muerta levantaba el
dedo índice. Fue rápidamente sacada del féretro y llevada a la cama, donde
después de mucha atención médica se consiguió que despertara de su cata-
lepsia. Luego contó que ella oía cada palabra que se decía y que sentía deses-
peración, porque iba a ser enterrada viva. Cuando ella por fin sanó, cantamos
muchos dúos, tríos y cuartetos, donde intervenía mi hermano Karl, el que tenía
una hermosa voz de tenor que conservó hasta edad avanzada y que gustaba
lucir en las reuniones de música.
Una vez que viajé a Stuttgart para hacer unas diligencias, me pidió Lanz que
fuera de paso a la oficina de empleos a solicitar un encuadernador de libros para
la imprenta. Yo me senté en la sala de espera y cuando me llegó el turno hice el
pedido. En el mismo salón había un señor que oyó lo que yo había pedido y pre-
guntó quién era yo; después de mostrar sus papeles, los que lo acreditaban como
un fino impresor en oro, solicitó el puesto. Los señores de la agencia opinaron
que ese era muy poco para él, ya que solo se pedía un encuadernador de libros,
pero él opinó que también podía hacer eso, así que le dieron la dirección de Lanz.
De esta manera llegó Luis Kammerath a lo de Lanz. Éste opinó también que
no era para él ese trabajo, a lo que contestó Luis: "Yo estoy de caminante y
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acepto cualquier trabajo".
Lanz simpatizó con este ser tan útil y lo invitó a que visitara el domingo a la
tarde a su familia. Nosotros vivíamos en la Eberhardstrasse , donde con parte
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de la herencia de mi padre se compró una casa de tres pisos, para asegurar a
mi hermano y a mí lo que nos correspondía. Nosotros teníamos una jovencita,
Sofía, hija de un maestro de escuela de campo, que la había colocado en nues-
tra casa para que aprendiera la vida de la ciudad; pronto fue para mí una querida
amiga. Luis siguió visitándonos los domingos y así nos fuimos conociendo y
queriendo. Mi hermano se enamoró de Sofía.
32 Con esta definición se refiere a aquella etapa en el aprendizaje –de rigor en todas las
formaciones de artesanos en Europa– en la que el aprendiz ya rindió su examen de oficial
(Geselle) y, antes de establecerse para llegar a maestro (Meister) en su especialidad o quedar
como empleado en empresas de otros, emprende un periplo de algunos meses o años para
conocer otros horizontes y otros métodos de ejercer su profesión,
33 Este nombre causó problemas a la hija que apuntó el texto, a la traductora o al copista,
pues aparece aquí como "Eberharzstrasse" y en la página siguiente como "Eberstrasse".