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LOS ALEMANES DE RUSIA (DEL VOLGA) EN ARGENTINA 177
varones a partir de los 12 o 13, trabajaban en las tareas agrícolas como si fuesen
adultos, no pudieron continuar sus estudios después de esa edad" (Reichel 2012:
58). De todos modos, este "encierro" o autodefensa de los Alemanes de Rusia
llegados a Argentina no operó en nuestro país con los mismos resultados obte-
nidos en Rusia. El encierro en sus "murallas de lengua, religión y familia" generó
una desventaja considerable: la falta de integración a la sociedad circundante, un
lento o casi nulo acceso a los distintos niveles de educación, la dificultad de con-
tacto a través del conocimiento de la lengua (castellano) y la consecuente dificul-
tad de ascenso social. Los "otros" que se encontraban frente a ellos no eran rusos,
ni hostiles. Eran inmigrantes como ellos, o criollos, pueblos originarios o mestizos.
Y coincidían con la misma problemática social (desarrollo y futuro) e idénticos
niveles de trabajo y socialización. Esta situación se mantiene hasta fines de la
primera mitad del siglo XX.
Etapa de apertura e integración
A partir de la crisis de la década del 30, donde el modelo agroexportador argentino
se agota y se pasa a una producción de sustitución de importaciones, una gran
masa de inmigrantes del interior se vuelca hacia las grandes ciudades. La demanda
de mano de obra básica para los emprendimientos industriales, la construcción,
ferrocarriles y grandes obras en general promovidas por el propio estado, hacen
que desde distintas regiones comiencen a llegar trabajadores (en particular jóvenes)
de todo tipo a la Capital Federal, el conurbano y a los centros urbanos más impor-
tantes. Es el momento. que con bastante desprecio se denominó "aluvión zooló-
gico", de la llegada de las "cabecitas negras" desde el interior. Parafraseando lo
dicho, se podría agregar también la llegada de las "cabecitas rubias", ya que en
esa situación también se encuentran los Alemanes del Volga. Dada la densidad
demográfica de sus chacras productivas, muchos jóvenes se desprenden de sus
familias y se dirigen a encontrar trabajo en las grandes ciudades. Aquí es donde
se produce la primera ruptura, la de la familia. Esta migración interna los lleva a
conectarse con otras ciudades y otra gente, en consecuencia con otra cultura; con
otras familias y se integran, a través del mundo del trabajo, con la comunidad
global argentina, ya sea en las chacras de la vecindad o en los nuevos trabajos en
las ciudades. Con todas las dificultades inherentes al contacto con nuevas culturas,
abriéndose, en consecuencia, nuevas relaciones interfamiliares que la endogamia
les cerraba. El tema del matrimonio fuera de la comunidad alemana, que fue hasta
este momento fuertemente observado y criticado, con las lógicas desavenencias
familiares, progresiva aunque lentamente es comprendido y asimilado.
Consecuentemente, se producirá también la ruptura de la lengua, en la que
intervienen diversos efectores tales como la ratificación de la enseñanza laica en
las escuelas y la penetración por aire de la radio, incluso donde no había electri-
cidad, a partir de la generalización de las radios portátiles (la aparición de la
"Spica" ). La posibilidad de escuchar radio, música y diversos programas (nove-
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3 Spica: radio portátil emblemática, con su funda de cuero, como punta de lanza en la