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SETENTA AÑOS. RECUERDOS. PARTE IX              81



              de la peor de estas empresas, perdiendo así su independencia y viéndose cons-
              tantemente en situaciones comprometidas. Como consecuencia de los créditos
              incobrables y de la presión de los bancos por cobrar, la situación empeoró tanto
              que finalmente tuve que interceder para efectuar la liquidación del banco. Había-
              mos caído en manos de personas que habían tomado el banco como propio y
              no podían pagar. Nuestro presidente Juan Benitz, que nunca había sacado nada
              para sí mismo del banco y solo había dado su firma con el fin de ayudarle a la
              región vecina a llegar al capital necesario, fue el primero que tuvo que pagar de
              su bolsillo un cheque que habían rebotado.
                 /44/ Lo bueno fue que a la gran mayoría de los accionistas que habían puesto
              el dinero, el banco les prestó nuevamente ese dinero y no lo perdieron por la
              liquidación. En realidad, solo los directores más solventes perdieron sus acciones
              y pagaron sus deudas al banco. Entre ellos me encontraba yo. Mi pérdida fue de
              25.000 pesos en acciones que había pagado. Esta pérdida no fue para mí de
              mayor trascendencia, teniendo en cuenta que, en los años que duró, el banco me
              prestó todo el dinero necesario para comprar ganado y abrir pequeñas empresas,
              como criaderos de chanchos y de aves, y hasta una fábrica de queso. Solamente
              la fábrica de quesos me rendía por año 22.000 pesos de ganancia neta. Chan-
              chos, tenía hasta tres mil, y gallinas, otras tantas, pero estas dos actividades me
              daban mucho dolor de cabeza y no me dejaban ganancia. En cuanto los cereales
              tienen valor, el alimento se vuelve muy caro. En la crianza de chanchos solo podía
              evitar un déficit a través de ciertas artimañas. Por ejemplo, durante la guerra
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              compraba caballos viejos, que costaban entre 5 y 8 pesos, los carneaba para los
              chanchos y vendía la piel por 15 a 18 pesos. En esa época compraba vagones
              con afrecho y afrechillo. Como la exportación de estos artículos era imposible
              debido a la guerra, se acumulaban montañas de afrecho en los depósitos, y como
              se necesitaba el espacio, estos artículos resultaban tan económicos que por la
              bolsa vacía se recibía más de lo que valía el contenido (un peso). Las bolsas no
              se podían importar y eran necesarias para la cosecha. Así que vaciaba todas las
              bolsas en un galpón y alimentaba a los chanchos con afrecho.
                 Sin tener en cuenta que tenía a disposición suficiente capital para el desa-
              rrollo  de  La  Constancia,  en  un  momento  propicio  pude  deshacerme  de  la
              segunda hipoteca, que me había conseguido Mr. Higham von Owen a un 10%
              contra una ampliación de la primera hipoteca en el Banco Hipotecario. /45/ Para
              primero dar de baja la segunda hipoteca necesitaba los $100.000 en efectivo.
              Y Owen no quería de ninguna manera correr el riesgo de que durante los dos o
              tres días que yo iba a necesitar para liquidar la nueva hipoteca, entregara mi
              alma a Dios, por ejemplo. Benitz, que justo estaba en Buenos Aires, autorizó a
              Miller a adelantarme el dinero bajo su responsabilidad. Ese fue un gran servicio
              que nunca olvidaré y que también me acercó personalmente a él. En especial
              para Los Cocos, en las sierras cordobesas, fue él el primero que insistió ante el
              gobierno para que se arreglaran las rutas, asimismo en Bell Ville era presidente
              de la Comisión Pro Caminos, en la que trabajaba incansablemente a favor del
              programa y aportaba dinero. Yo le ayudaba en todo lo que podía. En particular



              47   Se refiere a la Primera Guerra Mundial.
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