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SETENTA AÑOS. RECUERDOS. PARTE IX              85



              interés del Banco Hipotecario y la capitalización de los intereses adeudados,
              finalmente los precios mínimos para cereales y el logro de la Junta de Carnes,
              que se había propuesto establecer precios más altos y estables. Junto con eso
              disminuyó el desempleo con la construcción de calles, que a su vez impulsaba
              todas las ramas de la agricultura y el comercio. Rara vez en la historia se expe-
              rimentó semejante auge en un país donde el Parlamento respalda al jefe de
              Estado con el derecho y la obligación de protestar, aprobar y rechazar. /51/ Con
              una astucia y una diplomacia que hacían honor al general criollo, este hombre
              supo sortear todos los obstáculos del parlamentarismo. Las continuas discu-
              siones sobre títulos y otras cuestiones sin valor alguno para el bienestar del
              país, además del ausentismo deliberado de las reuniones de la Legislatura, al
              final del periodo de sesiones dieron como resultado una increíble esterilidad.
              Mediante decretos, el presidente resolvía en pocos días lo que el Congreso no
              había logrado en meses.
                 No quiero olvidarme de nombrar a un hombre que también tuvo influencia
              en el desarrollo de La Constancia: Karl Werth . Lo conocí en un viaje de Ale-
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              mania a la Argentina, justo antes de la guerra, cuando nuevamente hacía un
              viaje de inspección hacia acá. Él había vendido ventajosamente su propiedad
              en Alemania y buscaba, pues, conseguir una propiedad en Argentina. Primero
              viajó por todos lados, tomó confianza conmigo y en La Constancia, y me ofre-
              ció su capital para trabajar juntos. Fueron 80.000 pesos, con los cuales com-
              pramos 500 novillitos de J. Benitz, a 100 pesos cada uno. Era una persona
              impecable y simpática, y su destino me tocó muy de cerca. La guerra mundial
              estalló, y Werth, como subteniente de artillería de la reserva, obedeció a sus
              obligaciones de servir a la patria. Desde Buenos Aires el camino ya estaba
              cortado. Así que cruzó la cordillera y se encontró con un coronel alemán, que
              cumplía con su servicio en Chile como oficial de instrucción. Juntos viajaron a
              lo largo de la costa del Océano Pacífico, pasando por el canal de Panamá hacia
              Nueva York, donde con un pasaporte falso cruzaron en un barco sueco, esqui-
              vando la vigilancia de los aliados, hasta llegar felizmente a Alemania, y allí se
              presentaron en sus respectivos regimientos. Werth fue herido en Ypres  y
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              falleció por sus heridas. Cuando ya había partido de La Constancia, llegó una
              postal sin sobre de su madre: "Tu hermano ya está en el campo de batalla. Te
              esperamos".
                 /52/ El señor H., apoderado de Werth, esperaba que yo asegurara el capital
              de Werth con una segunda hipoteca. Considerando mi buena posición, pagué
              a su familia todo el capital más la ganancia. En apenas un año eran 110.000
              pesos. Como recuerdo de mi socio, su familia me regaló su escopeta de caza,
              que conservamos hasta el día de hoy.







              53   Vuelve atrás, hablando de una persona que le ayudó antes de la Primera Guerra Mundial.
              54   Bélgica. Referencia a la Primera Guerra Mundial. Alrededor de Ypres se combatió en abril
              y mayo de 1915, uno de los lugares emblemáticos de esa batalla es Langemarck.
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