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          XI
          Conocer el mundo me pareció que era el mejor modo de cumplir nuestros sueños
          y deseos. Los Devrient tienen una especial inclinación para ello, y también Bab
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          escribe en su libro: ellos son viajeros. De Holanda llegan a Mannheim y luego a
          la colonia francesa en Brandeburgo. De allí se expanden a Rusia (San Peters-
          burgo), Suiza (Lausanne), Viena, Constantinopla y a Sumatra. Hoy hay un Devrient
          en Manchuria y nosotros vivimos acá en la Argentina. No tenemos miedo del gran
          océano o de las altas montañas. /55/ Acudimos sin dudarlo adonde una voz nos
          llama. Nos desenraizamos, nos trasplantamos, nos asimilamos, no olvidamos la
          vieja patria, y amamos y honramos la nueva. Sé de viejas familias argentinas que
          no quieren separarse, en lo posible quieren quedarse juntos en el mismo lugar.
          Pero nosotros somos distintos, y me parece que las separaciones nos mantienen
          más unidos, porque nos sentimos unidos espiritualmente. Es llamativo cómo
          cierta cultura familiar nos caracteriza e incluso se mantiene entre los miembros
          menos exitosos de la familia. Un día visité al primo Karl en Berisso. Vive allí con
          sus hijos Carlos, Ana María y Guillermo. Ya no tiene trabajo, y los hijos lo mantie-
          nen. "Es amargo el pan de los hijos", me dijo. No era una queja hacia los hijos,
          solo que no podía librarse de la culpa de tener que depender de ellos. Carlitos
          es policía en el frigorífico Swift, Ana María lleva el hogar y Guillermo es chófer de
          una ambulancia de la asistencia pública. No es divertido acarrear enfermos,
          heridos o muertos. Uno se enfrenta a toda la miseria humana y los sentimientos
          se entumecen, pero Guillermo habla de las rapsodias de Liszt, de conciertos y
          de artistas, como si esa fuera la esencia de su vida.
            Pero me fui por las ramas. Quería hablar de viajes. Como ya relaté anterior-
          mente mi primer y gran viaje me llevó después de finalizar mi secundaria a
          Neuchâtel, en Suiza. Luego llegó en 1890 mi viaje a la Argentina, del cual también
          hablé más arriba. Mi segundo viaje a través del océano fue en el año 1895. Ya
          lo acabo de describir. Diez años después llevé a mi hijo Rico a Alemania. Pero
          en el año 1912 viajé con toda la familia a Alemania .
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            /56/ Viajamos con el buque de vapor Karlsruhe, en el cual conocimos a los
          Lämmerhirt y a los Donndorff, que hasta hoy son buenos amigos nuestros.
          Primero nos quedamos un tiempo en Berlín, donde nos hospedamos en un hotel
          cerca de lo de Lucy. Mostrarle Berlín a toda la familia fue una empresa difícil y
          costosa. Así traté de salir a solas con mamá en las noches, pero el pequeño
          Alfred no estaba de acuerdo y se oponía llorando y aferrándose a ella. Quería

          57   Referencia a Julius Bab, Die Devrients: Geschichte einer deutschen Theaterfamilie (Berlín:
          Georg Stilke, 1932).
          58   Los distintos arribos de Devrient en barco a Buenos Aires, registrados en el Centro de
          Estudios Migratorios Latinoamericanos – CEMLA (viajes de clase turista, los de segunda o
          primera clase no se registraban).
          Apellido  Nombre  Edad  Est. Civil  Nacional.  Lugar Nac.  Profesion  Fecha Arr.  Barco
          Devrient  Eduardo  57  C  Alemana  Constancia  Estanciero  1926/03/11  Ammiragl Bettolo
          Devrient  Eduardo  59  C  Alemana  Konstanz  Estanciero  1927/12/05  Sierra Ventana
          Devrient  Eduard  23  S  Alemana  Neumuhlen  Comercio  1928/05/15  Monte Olivia
          Entre los viajes no figuran el de 1890 ni el de 1895, no parece probable que viajara en segunda
          o primera clase, cuyos pasajeros no se registraban en los registros de inmigración, pero los
          registros pueden haberse perdido. El sobrino debe ser el mencionado en p. /68/
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