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88 EDUARDO DEVRIENT
XI
Conocer el mundo me pareció que era el mejor modo de cumplir nuestros sueños
y deseos. Los Devrient tienen una especial inclinación para ello, y también Bab
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escribe en su libro: ellos son viajeros. De Holanda llegan a Mannheim y luego a
la colonia francesa en Brandeburgo. De allí se expanden a Rusia (San Peters-
burgo), Suiza (Lausanne), Viena, Constantinopla y a Sumatra. Hoy hay un Devrient
en Manchuria y nosotros vivimos acá en la Argentina. No tenemos miedo del gran
océano o de las altas montañas. /55/ Acudimos sin dudarlo adonde una voz nos
llama. Nos desenraizamos, nos trasplantamos, nos asimilamos, no olvidamos la
vieja patria, y amamos y honramos la nueva. Sé de viejas familias argentinas que
no quieren separarse, en lo posible quieren quedarse juntos en el mismo lugar.
Pero nosotros somos distintos, y me parece que las separaciones nos mantienen
más unidos, porque nos sentimos unidos espiritualmente. Es llamativo cómo
cierta cultura familiar nos caracteriza e incluso se mantiene entre los miembros
menos exitosos de la familia. Un día visité al primo Karl en Berisso. Vive allí con
sus hijos Carlos, Ana María y Guillermo. Ya no tiene trabajo, y los hijos lo mantie-
nen. "Es amargo el pan de los hijos", me dijo. No era una queja hacia los hijos,
solo que no podía librarse de la culpa de tener que depender de ellos. Carlitos
es policía en el frigorífico Swift, Ana María lleva el hogar y Guillermo es chófer de
una ambulancia de la asistencia pública. No es divertido acarrear enfermos,
heridos o muertos. Uno se enfrenta a toda la miseria humana y los sentimientos
se entumecen, pero Guillermo habla de las rapsodias de Liszt, de conciertos y
de artistas, como si esa fuera la esencia de su vida.
Pero me fui por las ramas. Quería hablar de viajes. Como ya relaté anterior-
mente mi primer y gran viaje me llevó después de finalizar mi secundaria a
Neuchâtel, en Suiza. Luego llegó en 1890 mi viaje a la Argentina, del cual también
hablé más arriba. Mi segundo viaje a través del océano fue en el año 1895. Ya
lo acabo de describir. Diez años después llevé a mi hijo Rico a Alemania. Pero
en el año 1912 viajé con toda la familia a Alemania .
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/56/ Viajamos con el buque de vapor Karlsruhe, en el cual conocimos a los
Lämmerhirt y a los Donndorff, que hasta hoy son buenos amigos nuestros.
Primero nos quedamos un tiempo en Berlín, donde nos hospedamos en un hotel
cerca de lo de Lucy. Mostrarle Berlín a toda la familia fue una empresa difícil y
costosa. Así traté de salir a solas con mamá en las noches, pero el pequeño
Alfred no estaba de acuerdo y se oponía llorando y aferrándose a ella. Quería
57 Referencia a Julius Bab, Die Devrients: Geschichte einer deutschen Theaterfamilie (Berlín:
Georg Stilke, 1932).
58 Los distintos arribos de Devrient en barco a Buenos Aires, registrados en el Centro de
Estudios Migratorios Latinoamericanos – CEMLA (viajes de clase turista, los de segunda o
primera clase no se registraban).
Apellido Nombre Edad Est. Civil Nacional. Lugar Nac. Profesion Fecha Arr. Barco
Devrient Eduardo 57 C Alemana Constancia Estanciero 1926/03/11 Ammiragl Bettolo
Devrient Eduardo 59 C Alemana Konstanz Estanciero 1927/12/05 Sierra Ventana
Devrient Eduard 23 S Alemana Neumuhlen Comercio 1928/05/15 Monte Olivia
Entre los viajes no figuran el de 1890 ni el de 1895, no parece probable que viajara en segunda
o primera clase, cuyos pasajeros no se registraban en los registros de inmigración, pero los
registros pueden haberse perdido. El sobrino debe ser el mencionado en p. /68/