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CONVERSACIÓN SOBRE LA REEDICIÓN DEL LIBRO: EL PINTOR DE LA SUIZA ARGENTINA 19
muerto tranquilamente en su cama, con sus crímenes impunes, a pesar de
los esfuerzos de Klarsfeld, ABC News y Simon Wiesenthal.
Y ahora, incluso después de leer las dos ediciones del libro, yo todavía
sigo perplejo porque ni Wiesenthal ni ABC News reconocieron nunca que
tu libro fuera la fuente original de su información sobre los crímenes de
Priebke en Roma. Al contrario, intentaron atribuirse el mérito de haber des-
cubierto a este nazi que vivía en Bariloche.
Esteban Buch: Sí, esa es una parte compleja de esta historia, porque
el reconocimiento de El Pintor de la Suiza argentina tomó muchos años,
¿verdad? Eso está explicado en el libro con todas las fuentes que acreditan
esta afi rmación, y es que hubo una inmediata reivindicación del hallazgo de
Priebke por Simon Wiesenthal y el Centro Wiesenthal de Los Angeles, cada
uno por separado, cuya consecuencia fue el ocultamiento del rol de mi li-
bro. Las razones que tuvieron para actuar así, bueno, uno puede intuirlas o
deducirlas, pero nunca fueron explicadas.
Para eso se apoyaron en una circunstancia particular de cómo fue la en-
trevista de Sam Donaldson, el periodista de ABC News. Ustedes sin duda
habrán visto esas imágenes famosas en donde Donaldson lo interroga en
la calle cuando está por subirse al auto. Ya que estamos entre historia-
dores seamos precisos en eso. El equipo de ABC News fue a Bariloche
tras las huellas de Reinhard Kops, un hombre que usaba el seudónimo de
Juan Maler, y cuya verdadera identidad había sido revelada en 1993 por
un enviado del Centro Wiesenthal de Los Angeles, Rick Eaton, que se hizo
pasar por un neonazi. El 5 de abril de 1994 lo encararon a Kops en la calle,
el mismo día que a Priebke. Primero lo entrevistaron a Kops, a la mañana,
como a las 9. Este al comienzo niega ser Kops, pero como Donaldson in-
siste, este le dice yo no soy Kops, yo era Kops. Y ahí siente que está en
problemas, y para tratar de zafar se lo lleva a Donaldson hacia un costado,
lejos de la cámara, y le dice, no me miren a mí, miren a… Priebke. Y nada
más, ninguna información concreta, sólo el nombre, deletreado. Tres horas
más tarde, le preguntan a Priebke si participó en la masacre de las Fosas
Ardeatinas en 1944.
Al día siguiente de la difusión del reportaje el 5 de mayo, empieza a
circular la idea de que Kops fue la fuente para encontrar a Priebke, y que
como Eaton lo había encontrado a Kops, el Centro Wiesenthal puede reivin-
dicar el hallazgo de Priebke. Eso era falso. Primero, porque como sabemos
por el testimonio de Herbst, ellos ya tenían la información clave a partir de
mi libro, que dicho sea de paso también hablaba de Kops/Maler ya antes
del viaje de Eaton, aun desconociendo su verdadero nombre. Y aparte por-
que, por supuesto, en 1994 era materialmente imposible… Hoy uno podría
tratar de googlear, a ver si aparece algún dato... En aquel entonces era
materialmente imposible averiguar nada desde Bariloche entre las 9 de la
mañana y las 12 del mediodía. Pero ese relato falso y hasta absurdo quedó
instalado en los medios como respuesta a la pregunta de muchos periodis-
tas de cómo fue que lo encontraron. Esa versión fue retomada incluso por
la justicia italiana, que en los considerandos de la primera sentencia dice
que Priebke fue detectado por el Centro Wiesenthal de Los Angeles.