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CONVERSACIÓN SOBRE LA REEDICIÓN DEL LIBRO: EL PINTOR DE LA SUIZA ARGENTINA 21
ginación de los pueblos indígenas en su territorio. Y podríamos seguir. Y a
mí me parece que lo que vos hacés, de hecho, es el trabajo de los buenos
historiadores: desarmar estos mitos fundacionales, que en realidad están
en todas partes.
Yo quería concentrarme en algunas cuestiones que me dejaron pensan-
do, para poder charlar con vos y con todos en general.
La primera de ellas es sobre una de las repercusiones de tu libro, que,
como decís vos, contribuyó directamente a que se hiciera justicia con un
criminal de guerra. Refi riéndote a la condena de Priebke vos decís que “la
gravedad de los hechos y la fecha tardía de su captura hicieron de su caso
una demostración ejemplar de que la justicia es lenta e imperfecta, pero
existe”. Yo, además de coincidir con vos; me pregunto si, mirándolo desde
2024, la condena de Priebke ¿es realmente una muestra de que la justicia
es lenta, pero existe? ¿O es también una muestra de que sus crímenes,
aberrantes e imprescriptibles, no fueron condenados solamente por los
crímenes en sí, sino también porque los cometieron los nazis, que por un
lado perdieron la guerra y por el otro han venido a representar en nuestras
conciencias colectivas el mal absoluto? Digo esto pensando en que, un
año después de los crímenes de Priebke, en la Conferencia de Potsdam se
estableció, entre otras cosas, un marco para el procesamiento judicial de la
posguerra. Pero cuatro días después de la Conferencia, Truman mando a
matar a decenas de miles de civiles mediante dos explosiones atómicas. Y
esto nunca ha sido judicializado.
La segunda cuestión: Priebke te dijo algo así como que la idea del na-
zismo era buena, pero el fi nal fue terrible. ¿Vos tenés idea de qué quiso
decir con eso? ¿Qué fue lo terrible: fue la Shoá, la caída de Alemania? Digo
esto porque hay muchas maneras de ser nazi. De hecho, en tu libro apa-
rece gente muy distinta: Priebke, criminal de guerra; Maes, un nacionalista
étnico fl amenco, prófugo del estado belga por traición a la patria; o Juan
Schulz, el predecesor de Priebke en la presidencia la Asociación Cultural
Germano-Argentina que, hasta donde sé, sólo era un simpatizante nazi. Y
a partir de esto te quería consultar: la primera edición del libro la escribiste
a los 26 años. Y en el prefacio a esta segunda edición, hacés una refl exión
muy profunda sobre la escritura del libro y su recepción; y en ella queda cla-
ro que sos una persona diferente a la que eras entonces. Incluso, para que
no queden dudas, ponés una foto. Ahora bien, ¿por qué no creer que Maes
también era una persona distinta 45 años después de la caída del nazismo?
¿Es un pintor nazi o es un pintor que fue nazi o fue un colaboracionista de
los nazis en algún momento de su vida? ¿Se es nazi para toda la vida?
Esteban Buch: Gracias, Germán. Tendría que haber anotado lo que me
fuiste diciendo, porque son temas muy importantes, y son varios. Lo prime-
ro que quisiera decir es que precisamente porque ya sabemos que hay una
industria editorial en torno al tema “Bariloche cueva de nazis”, y todos los
cuentos delirantes y sin ninguna base histórica sobre Hitler en Argentina,
precisamente por eso, cuando explico por qué hablo de un pacto de silen-
cio en el libro digo que no se trata de esa imagen cliché del pacto de silen-
cio de los conspiradores en la penumbra. Porque eso tiene la posibilidad