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24         ESTEBAN BUCH, GERMÁN FRIEDMANN Y ROBERT KELZ



           para entender la historia local, por la relación con la Conquista del desierto
           como primer genocidio en la Argentina. Ahí también para mí la relevancia
           de todo eso fue creciendo con el tiempo.
              La tercera razón por la que hice el libro es que cuando murió Toon Maes
           en 1986, su herencia local fue administrada, por decir así, por una amiga
           suya, Silvia, una mujer de origen judío que me propuso hacerme cargo de
           su archivo a cambio de ser un mediador para que los cuadros de Maes
           fueran a la pinacoteca municipal de Bariloche, que en ese entonces no
           existía. Esas circunstancias fueron para mí la fuente de un tormento moral
           retrospectivo, pues la condición para acceder a ese archivo, que es de
           donde proviene en particular todo el archivo de prensa que yo analizo en
           términos de pacto de silencio, fue aceptar ese rol de mediador. Eso supone
           una pregunta, una pregunta difícil para mí, sobre si la obra pictórica de un
           nazi debe ser conservada, y si está bien o mal, moralmente, ser un facilita-
           dor de eso, que de hecho lo fui. En cierto modo el tiempo que pasó hasta
           la reedición fue el tiempo que me llevó perdonarme a mí mismo por eso.
              Igual, hasta el día de hoy queda abierta la pregunta sobre qué hacer con
           esas obras. Cuando las entregué a la municipalidad la acompañé con una
           carta en donde decía que mi opinión personal era que esa obra no debía
           ser mostrada sin un aparato crítico, una museografía que explicara y con-
           denara el pasado nazi de este hombre. Me preocupaba el impacto político
           de esa obra que, por cierto, tiene que ver sobre todo con el paisaje local y
           no con propaganda nazi, pero que aun así puede legitimar la presencia del
           nazi en la comunidad.
              Así que fue la trayectoria de esas tres cosas, convergiendo con los tiem-
           pos del reconocimiento internacional, lo que cristalizó ahora con la reedi-
           ción. Al fi nal de la primera parte del libro puse la fecha del 24 de marzo del
           2024, porque da la casualidad de que un 24 de marzo fue la masacre de las
           Fosas Ardeatinas de 1944, y también el golpe de Estado de 1976. Además,
           ya el colmo de las casualidades, el 24 de marzo de 1994 fue el día en que
           Silvia Dalila Herbst encontró mi libro en un quiosco de Bariloche, el único
           lugar donde pudo encontrarlo porque lo visitaba mi mamá Lilián repartiendo
           ejemplares que habían quedado en casa, mientras que Priebke había man-
           dado comprar todos los ejemplares de las librerías para que fuera imposible
           conseguirlo, como ella cuenta también en ese testimonio.

              Robert Kelz: Hemos observado que la nueva edición tiene unas cien
           páginas más que la primera versión de 1991 y ya hemos comentado unas
           partes de este material extra, especialmente en relación con Priebke. Pero
           hay otras personas que son nuevas o que fi guran de forma más destacada
           en la nueva versión, como tus padres. En esta nueva edición nos enteramos
           de que tus padres, los dos, en realidad, desempeñaron un papel crucial en
           esta historia de un libro sobre los nazis de Bariloche. Tu padre te ayudó de
           varias maneras, por ejemplo, con las traducciones del alemán. Y también
           mencionas en el libro que probablemente fue gracias a tu madre que Silvia
           Dalila Herbst pudo encontrar el libro en un quiosco de Bariloche. Sin su
           tenacidad, por lo tanto, el libro probablemente no habría tenido un impacto
           tan fuerte y duradero.
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