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CONVERSACIÓN SOBRE LA REEDICIÓN DEL LIBRO: EL PINTOR DE LA SUIZA ARGENTINA 25
Quisiera preguntarte entonces sobre esa presencia mucho más amplia
de tu familia en la reedición y el motivo de esa decisión. En la primera ver-
sión se aprende un poco del contexto y obviamente de Siegfried Buch que
fue matado en la Shoá, pero hay muy pocos detalles sobre tu padre o tu
madre. En la segunda versión se aprende mucho sobre tu familia. Quisiera
saber, pues, ¿qué hay por detrás de esa decisión?
También tengo otra pregunta relacionada. En las conversaciones sobre
alemanes y germanoparlantes en Bariloche parece haber un entendimien-
to implícito de que son gentiles, pero, como demuestra el ejemplo de tu
familia, no siempre es así. Ellos y otros dan una nueva capa de diversidad
y complejidad a la historia de los germanohablantes de Bariloche. Me in-
teresaría saber más sobre la comunidad judía de Bariloche. ¿Cómo ves un
poco el papel de la población judía en toda esta historia? Porque me parece
que su voz muchas veces no se escucha lo sufi ciente.
Esteban Buch: El libro de 1991 comienza con una escena en una clínica
en que yo le cuento a Toon Maes un cuento de Borges, Los dos reyes y los
dos laberintos, donde el desierto en el que un rey abandona a su enemigo
se vuelve un laberinto que representa una forma de justicia. Mi último en-
cuentro con el nazi moribundo aparece como un acto de justicia literaria,
como si ese relato del cuento fuera una parábola sobre la justicia, una dra-
matización de un deseo de justicia, que en otras partes del libro asocio con
la historia de mi familia.
Yo soy de origen no judío por mi madre, y de origen judío por mi padre y
mi familia alemana, varios de cuyos miembros llegaron a la Argentina antes
de la guerra, en el año 38. En 1991, además de papá, la única sobreviviente
de esa familia era mi tía abuela Gretchen, a la que yo entrevisté para mi
investigación. Las otras personas que vinieron a Argentina ya habían falle-
cido, y también habían fallecido, por supuesto, mis tíos abuelos Siegfried y
Lucie, asesinados en la Shoá. A ellos dos está dedicada esta reedición del
libro, y también a mi hija Juliette, que siendo muy joven ya está muy intere-
sada en esa historia familiar.
Entonces, de hecho, el tema de la historia familiar estuvo presente des-
de el comienzo de 1991. De allí el rol que tiene en el libro el testimonio
de Gretchen, casada con Siegfried en ausencia, y también la fi gura de mi
padre, de quien hablo un poco. Pero todo eso está como insinuado, y nada
más. Al pensar sobre el texto de 1991, siempre volvía al deseo de explorar
mucho más esa historia familiar, y de corregir un énfasis en relación con el
fi nal del libro. Al releerlo me arrepentía de no haberlo terminado con el tema
de mi familia y las víctimas de la Shoá en general. En vez de eso se vuelve a
la escena del principio, el cuento de Borges en la clínica, como privilegian-
do una conversación imaginaria con el nazi muerto.
Además, el desarrollo de la historia familiar en la primera parte de esta
nueva edición tuvo que ver con una razón material, la facilidad de acceso
a la información que hay ahora, en comparación con 1991. Esa historia la
reconstruí a partir de los bancos de datos online del Memorial de la Shoá
de París, del Museo del Holocausto de Washington, de Yad Vashem, del
Bundesarchiv, y otras fuentes. Encima, como musicólogo me fascinó ese